“No dejemos sola a nuestra Madre”
El Nuncio Apostólico Monseñor Novatus,con los Frailes mercedarios en la parroquia Sagrada Familia.
La Santísima Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco, en 1218, recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a auxiliar a los cautivos que eran llevados a sitios lejanos.
Texto y foto: Delfina Janeth Lagos
dlagos@unicah.edu
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Desde hace muchos años la Santísima Virgen de la Merced que se encuentra en la Parroquia Sagrada Familia, hace su recorrido por toda la zona aledaña del barrio el Perpetuo Socorro, todo para bendecir este lugar en la fecha que se le recuerda, más el 24 de septiembre.Y este año no fue la excepción los fieles de la parroquia realizaron su recorrido con la imagen de la Virgen en hombros, como signo que ella cuida a su pueblo, muchos vecinos de este lugar que no acompañaron la caminata, varios salieron de sus casas a recibir la bendición de la madre, muchos conductores que transitaban por ese lugar también se detuvieron para recibir esa mirada de la de la Virgen.
DIOS ES IMPREDECIBLE
Después de peregrinar por las calles, los fieles llegaron a la sede parroquial para ser parte de la Eucaristía, la cual fue concelebrada por los Frailes Mercedarios que están en ese Templo y presidida por el Nuncio Apostólicoen Honduras Monseñor Novatus Rugambwa.
En el mensaje Monseñor les expresó, “Dios es siempre impredecible en sus acciones, cualquier problema, o circunstancia la vitoria siempre es de Dios. El Señor aun agonizando tuvo tiempo de encomendarse a su madre, es ahí donde Jesús nos dice a cada uno, ahí tienes a tu madre, este episodio nos demuestra que Dios es impredecible en sus acciones”
“María madre de Jesús se convirtió en una merced, en los momentos difíciles ahí está la madre, ella nos demuestra que nunca estamos abandonados, siempre estamos acompañados recordémosla a ella. Hermanos no dejen sola a la Virgen María, Jesús no quiso dejarla sola, ustedes no la olviden, que ella jamás nos deja” les recalcó el Señor Nuncio Apostólico, Monseñor Novatus.
Al término de la Eucaristía fue el acto de coronar a la Virgen de la Merced, una tradición que engalana a estos fieles que cada año eligen una princesa que se encarga de colocarle esa corona a la reina la Virgen María.
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