Semanario FIDES

EL DECANO DE LA PRENSA NACIONAL

“La última palabra la tiene Dios”

El presbítero José Eugenio Hoyos con el Ministerio Siervos de Jesús.

El presbítero José Eugenio Hoyos con el Ministerio Siervos de Jesús.

Los sampedranos vivieron una intensa noche de sanación física y espiritual. El reverendo José Eugenio Hoyos predicó bajo el lema: Liberados y sanados en el corazón eucarístico de Cristo.
Texto y Fotos: Johanna Kattan
jokattan@unicah.edu
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“Si tuvieras fe como un granito de mostaza, eso dice el Señor”, es parte del canto que se escuchó con intensidad, con voces llenas de esperanza y con las manos alzadas durante una noche de bendiciones en San Pedro Sula.
Pudo haberse quedado recibiendo al Papa Francisco en Estados Unidos, pero se vino a Honduras a orar por la paz en esta tierra catracha y por su gente. El sacerdote José Eugenio Hoyos, quien además de trabajar en defensa de los inmigrantes en Estados Unidos y en la aprobación de la ley de una reforma migratoria, sale a diversos países en el mundo a predicar y demostrar con su propio testimonio el poder de Dios.
Este sacerdote originario de Colombia, vivió una etapa complicada de salud donde los médicos no le daban esperanzas de vida. En ese momento,  pidió a Dios que si era su designio él aceptaba, pero que si le daba una oportunidad él se dedicaría a predicar por todas partes, y así lo ha hecho en la última década de su vida.
En ocasión de la visita del Papa Francisco a Estados Unidos,  el padre Eugenio Hoyos trabajó en la organización de la movilización  de toda la comunidad hispana, “es más de medio millón de personas para recibir al Papa. El día que el Papa llegó me vine para Honduras, y dejé todo bien organizado, la gente respondió más de lo que nosotros pensábamos y muy satisfecho veo que el Espíritu Santo movió estas masas para que vieran al sumo pontífice”, dijo el reverendo.
Aunque este presbítero no estuvo con el Papa en los Estados Unidos, compartió con él en Roma y le pidió que hablara sobre los derechos de los más pobres, especialmente de los inmigrantes, “ya que era primera vez que un Pontífice visitara el capitolio, el Senado y el Congreso, nunca lo habían hecho, ya que varios papas habían sido invitados a Casa Blanca pero no les había hablado a los congresistas y a los senadores quienes son los que hacen la legislación de un país, sobretodo más ahora que necesitábamos una reconciliación y unión para que se diera una reforma migratoria”.

NOCHE DE SANACIÓN
En las instalaciones de Expocentro, los sampedranos vivieron una intensa noche de sanación con el presbítero José Eugenio Hoyos. Más de 1200 hondureños asistieron, entre ellos personas viviendo en condiciones complicada de salud.
Con ese toque de humor que el padre Eugenio suele agregar  a sus prédicas, los hondureños disfrutaron al escucharlo. Los momentos de oración fueron intensos, con un mar de manos alzadas alabando a Dios.  La presencia del Espíritu Santo fortaleció los corazones de los hondureños al compás de la música del Ministerio Siervos de Jesús.La Hora Santa fue un destello de la presencia de Cristo, que fue renovando en su paso los corazones de los hondureños.
Según explicó el padre Hoyos, son miles de milagros de Dios los que él ha visto. Se trata de creer y saber esperar y aceptar, sin embargo una persona desesperada en muchas ocasiones no vive el milagro, “no todas las personas reciben sanación física,porque Dios tiene un tiempo y cuando uno se desespera aleja más la sanación o aleja lo que uno está pidiendo”.
“Cuando uno se somete a la voluntad de Dios, rápidamente sucede, entonces no hay que ponerle interrupciones a la acción del Espíritu Santo. No ponerle ansiedad ni intrigarte porqué no está sucediendo. Muchas personas me cuestionan sobre eso, por qué no me he curado, por qué no me he casado, por qué no he tenido un hijo, o por qué no ha sucedido?”, indicó.
La paciencia es importante. “Hay que saber esperar, primero motivarnos y empezar a dejar que el Espíritu Santo fluya sobre cada uno de nosotros”, agregó este presbítero ordenado hace 50 años.“La última palabra la tiene Dios. Hay personas que no han nacido y mueren, otros que tienen pocos años y fallecen, así que no son límites sino de decisiones divinas que suceden  y uno no puede arriesgar, nitener miedo a que algo va a suceder o no suceder porque la decisión última la tiene Dios”.

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Esta entrada fue publicada el 2 octubre 2015 por en Diócesis, San Pedro Sula.
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