“Jesús es el «camino, la verdad y la vida» que viene a sacarnos de la mentira de creer que nadie puede cambiar. Jesús que nos ayuda a caminar por senderos de vida y plenitud. Que la fuerza de su amor y de su Resurrección sea siempre camino de vida nueva” Papa Francisco a los presos en Filadelfia.
Texto y Fotos: Eddy Romero
emromero@unicah.edu
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¿Alguna vez se ha preguntando lo que significa encontrarse privado de libertad?En Honduras existen 24 centros penales y en la mayoría de estos lugares los reclusos están hacinados y la soledad que enfrentan es muy grande.
Es por ello, que cada vez, que la Pastoral Penitenciaria realiza una visita, llena de mucha alegría a estas personas que en la mayoría de los casos son víctimas de la discriminación, la exclusión y el aislamiento. La libertad se podría definir como la capacidad que posee el ser humano de obrar según su propia voluntad, a lo largo de su vida; por lo que es responsable de sus actos.
Recientemente, en el marco de la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, patrona de los privados de libertad, la Pastoral Penitenciaria de la Arquidiócesis de Tegucigalpa visitó las instalaciones de la Penitenciaría Nacional “Marco Aurelio Soto” para compartir un momento de alegría con los centenares de reclusos que allí se encuentran.
En este momento, también se aprovechó para que varias personas recibieran algunos sacramentos de iniciación cristiana; algunos se bautizaron, otros recibieron a Jesús por primera vez en la Eucaristía y hasta se confirmaron. Cada preso vivió intensamente cada momento de la celebración. Destacó la participación de fieles de la parroquia Sagrada Familia de Comayagüela y los frailes mercedarios.Asimismo, se compartió con ellos un almuerzo y se realizaron diversas actividades recreativas y de esparcimiento, en lo que se es posible.
De igual manera, los migrantes detenidos en este centro penitenciario, compartieron con algunos miembros de la Pastoral de Movilidad Humana que presiden las Hermanas Scalabrinianas. Un día de mucha fiesta para estas personas que pagan alguna condena.
NO TENGAN MIEDO
El reloj marcaba las nueve de la mañana, cuando varias personas se acercan a las instalaciones de la Penitenciaría Nacional. Personas de todas las edades y con bolsas de comida en las manos, esperaban atentamente el ingreso al penal, para encontrarse con sus hermanos en la fe. El ambiente denotaba alegría pero, al mismo tiempo, un minucioso registro provoca el retraso de la labor que allí pensaban realizar. Los padres mercedarios, junto a decenas de feligreses dicen presente, también lo hace el padre Maximiliano Orellana, quien se dirige a la cárcel para mujeres más conocida como CEFAS.
Minutos más tarde, llegó el padre Marcos Alvarado, capellán de la Penitenciaría. La zozobra se apodera, al no saber si existe o no la posibilidad que los medios de comunicación ingresemos a este recinto carcelario, por la misma seguridad que allí se busca.
Fray Agustín Lara, encargado por parte de la obra mercedaria para estas visitas, después de una hora consiguió que Suyapa Medios ingrese junto a la Pastoral Penitenciaría para ser testigos de este compartir con los privados de libertad. Al entrar, las indicaciones son claras, sólo podrán permanecer en la capilla Cristo Redentor, en donde se desarrollará la celebración en honor a la Virgen de la Merced.
Al entrar a dicho templo, la primera impresión es de sorpresa, porque la Iglesia se encuentra abarrotada y en cada semblantede los allí presentes refleja alegría por la visita que estaban recibiendo. Uno de los privados de libertad que estaba ayudando al presbítero a preparar todo para la Eucaristía, se acerca y dice “no tengan miedo”. No sé si nuestro rostro reflejaba este sentimiento, pero lo que si es cierto, es que esta es una experiencia que impacta y hace reflexionar.
CONVERSIÓN
Se entonaba el canto de entrada y entre los presentes destaca Daniel Danilo Escobar, uno de los protagonistas de este día, ya que en ese momento se aprestaba a recibir el Sacramento de la Eucaristía y la Confirmación.
Vestido de negro y blanco, con una mirada que denota esperanza ante una dura que realidad que atraviesa, confiesa que tiene 18 años de estar recluidos y que “humanamente podría decir yo que es un tiempo perdido, pero no es así, en este lugar he tenido un encuentro con Dios y he visto sus manifestaciones”.
“Esto para mí lo veo como un gran regalo de parte de Dios, es una gran alegría, es un gran gozo, ya me siento libre, siento que las cadenas han sido rotas, ya puedo contagiar este gran amor y compartir esta fe, esta devoción, con mis hermanos y dar esos gestos de amor, de arrepentimiento, de conversión” dijo. “En primer lugar, errores todos tenemos, abusé de la ley sagrada, bendita de Dios, quitarle la vida a un ser humano solamente es Dios y yo abuse de esa forma, si Dios lo permite, cumpliré mi condena el 15 de marzo de 2018”.
Manifestó que ahora como confirmado tiene el deber de “imitar el buen ejemplo que nos dejó Jesucristo. Nadie que se considere llamado por Dios está llamado a tener una buena vida, en Cristo, si nos consideramos llamados por Dios estamos llamados a un sufrimiento, a las críticas, a la discriminación, al que dirán, a las burlas, pero lo positivo que tenemos que vivir es la fe, el amor en nuestro creador, abandonarnos por completo en sus manos, que su voluntad siempre se haga entre nosotros”.
Para recibir los sacramentos estuvo entre cinco a seis meses de preparacióny desde ahora, pondrá todo su esfuerzo para tener viva esta fe, mantenerse siempre en comunicación con Dios, para que lo ayude a seguir siempre en sus caminos.
DIOS YA ME PERDONO
Desde la llegada a la capilla, muchos de los presentes saludan cariñosamente a una señora de edad avanzada, que con una sonrisa saluda a todos, como si los conociera de toda la vida. Su nombre es doña Rosa, tiene 86 años.
En el momento de la Confirmación, Alex Sánchez, uno de los candidatos al sacramento, se dirigió a donde la abuelita, como muchos la llaman, le tomó de la mano con mucha delicadeza y se dirigen hacia donde se encontraba el sacerdote.
“Elegí a doña Rosa, porque el Señor me lo indicó que así lo hiciera, que ella era la persona indicada para que fuera mi madrina. Le tengo mucho aprecio y admiración, ver de qué manera viene a animarnos en este lugar”.
Sánchez sintió que recibir los sacramentos significa para el “un cambio en mi vida, porque estando afuera nunca pensé en acercarme a la Iglesia, nunca se me ofreció la oportunidad, aunque ya días vengo siendo seguidor de Cristo, conociendo su palabra”.
“Dios ha hecho muchos milagros en mi vida, como devolverme mi pierna porque en un choque se me hizo 11 pedazos el fémur y el con su poder me dijo aquí estoy, a mí no me importa lo que hayas hecho, ni lo que hagas, a mí me importa que te conviertas me dice Dios. Soy una persona que a lo mejor le sirvo para algo y él me tiene aún con vida y le agradezco. A Alex como a muchos todavía no le han dado una fecha para ser juzgado, se le acusa de secuestro pero el dice“Dios tiene la última palabra, a mí no me importa lo que puede decir el juez, el fiscal, a mí me importa lo que diga Dios, Él ya me perdonó”.
ALGÚN DÍA VAN A CAMBIAR
Doña Rosa lleva 13 años de visitar regularmente a los presos. “Yo vengo porque me nace del corazón, siento una alegría en mi corazón, siento más alegría en este lugar, que afuera, he visto la presencia de Dios a través de estos hermanos, porque son unos hermanos que han pecado, que su familia los desprecia, entonces digo yo, allí está la presencia del Señor, ellos se alegran cuando uno viene”.
Según doña Rosa aquí todos le dicen la abuelita, “el padre me molesta y me dice que soy la novia de los mareros, yo soy la abuela le digo, me quieren mucho, me respetan, pregúnteles y verá, hasta que Dios me de la fuerza, seguiré viniendo”.
Cuenta que en cierta ocasión “me quebré la canilla, cuando venía de la Iglesia, porque yo estoy en el grupo de los catecúmenos, me caí y me golpee la canilla y sabe lo que dije ¡Dios mío, ya no voy a ir los presos!, créamelo, de allí me han llevado al Hospital, me pusieron clavos y así vengo aquí. Recién Dios me sano, yo de lo único que me acorde fue de los presos, así he podido llegar aquí. Los policías me dicen ¡que va a hacer si esos pícaros no cambian! algún día van a cambiar les digo yo, más de alguno va a cambiar, ya que en mi casa no valoran mi experiencia, pero aquí sí la tienen, porque ellos dicen, mi abuela tan viejita y viene de afuera, que sacrificio y nosotros no queremos venir a la Iglesia, espero volverme un ejemplo para ellos”.