Al encuentro de la palabra… según San Marcos para la Lectio Divina
“Al comienzo de la creación…”
(Mc 10,2-16 – XXVII Domingo del Tiempo Ordinario)
P. Tony Salinas Avery
asalinasavery@gmail.com
Queridos lectores, hoy es el propio Jesús que nos lleva al mensaje de la primera lectura de este domingo. La escena está basada en la discusión que se tiene con los fariseos sobre el divorcio, abandonando el terreno negativo de la crisis. Él conduce a sus interlocutores hacia el horizonte positivo del amor matrimonial perfecto. Del pasaje del Deuteronomio (24,1-4), relativo al procedimiento mosaico de divorcio con la relativa confirmación oficial de repudio, Jesús pasa al texto luminoso del Génesis en donde el amor se inscribe en la carne viva, esto es, en la existencia misma del hombre y de la mujer. Analicemos algunos detalles. Adán es el personaje ubicado en el Edén, su nombre en hebreo es ha´adan, literalmente “hombre”. Así el nombre no indica a un personaje en singular, ni sólo al primer hombre, sino el hombre, de todos los tiempos y de todos los lugares, la humanidad. A éste hombre solitario, Dios le da “una ayuda semejante” o, como dice el original hebreo, una ayuda “que le esté de frente”, por tanto, una persona en la cual poder fijar la mirada en un intenso diálogo de espíritu. He aquí, pues, la etapa sucesiva: la aparición de la mujer borra toda soledad; los dolores, las alegrías, las ansiedades, los interrogantes del hombre ahora se transfunden en el corazón de otra criatura, esta vez realmente “semejante a él”. Bien podrá decir entonces el hombre: “Ésta si que es carne de mi carne y hueso de mis huesos”. Una unión y un amor fecundos, pero con un doble precio: sin arrancarse y morir al amor de los padres no se puede vivir en plenitud el nuevo amor creador; sin renunciar a otros amores laterales semejantes será imposible la entrega fiel y total, que necesita toda una vida para expresarse.
Vemos pues, que el principio de unidad entre el hombre y la mujer tiene su origen al inicio mismo de la creación. ¿Se puede entonces hablar del divorcio? Jesús, ante este tema no fija su atención en el fracaso, en la casuística negativa sino en la norma fundamental positiva que está a la raíz del encuentro de amor matrimonial y que había sido espléndidamente formulada por el Génesis. Base para ofrecerle al discípulo suyo el proyecto ideal del matrimonio cristiano.
Para Jesús, la aceptación por parte de Moisés para aceptar la separación fue por la sklerokardía, la “dureza de corazón”, una terminología del Antiguo Testamento clásica para indicar insensibilidad de la conciencia, la fragilidad pecadora, la obstinada desobediencia a Dios.
Para el hombre y la mujer que se aman y se unen en el matrimonio, según el designio divino que Jesús vuelve a proponer, se establece una comunión tan profunda que los hace una única existencia, “una sola carne”, una unidad que no termina ni siquiera con la muerte porque “fuerte como la muerte es el amor” (Ct 8,6).