El simple acto de beber un vaso de agua es estar aportando al cuerpo un manantial de belleza y salud.
Debilidad, apatía, cansancio exagerado, calambres y dolores de cabeza son algunos de los síntomas que se pueden presentar ante las altas temperaturas.
Suyapa Banegas
Sbanegas@unicah.edu
Fotos: Archivo
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En el país se están presentando intensas temperaturas lo que llamamos “golpes de calor”, que afectan tanto a niños como a adultos mayores y que llegan a tener serias consecuencias en la salud de la población.
Estos golpes de calor se dan con mayor incidencia en los extremos de la vida, o sea, en los niños pequeños y en los ancianos, pero también en los enfermos cardíacos. En los primeros puede suceder que los padres no tomen las medidas de prevención necesarias por ignorarlas y en los casos de la gente mayor, porque en determinados momentos no se dan cuenta de la temperatura ambiental”. Estos golpes de calor se manifiestan de forma distinta, tales como con debilidad, apatía, cansancio exagerado, mareos, náuseas y vómitos.
Dolor de cabeza, calambres en las piernas, pulso acelerado, respiración agitada, sed excesiva, somnolencia y alta temperatura corporal, con disminución de la sudoración. Estos son algunos de los síntomas que pueden provocar el conocido “golpe de calor”.
Este cuadro no sólo se puede dar ante la prolongada exposición al sol, sino también en condiciones de trabajo, como por ejemplo en fábricas con techo de zinc y poca ventilación o en viviendas precarias.
El sol es necesario para la vida, pero a veces puede ser un enemigo peligroso si no se lo toma con precaución, ya que acelera la pérdida de agua que posee el organismo.
DATO
Un 70 por ciento de nuestro cuerpo está constituido por agua. Todas las células precisan de dicho elemento para realizar sus funciones metabólicas y para la elasticidad de la piel. El sustrato basal de la epidermis contiene un 90 por ciento de agua y constituye el factor de hidratación natural. En la dermis, el agua contribuye a la formación del colágeno. La falta de agua reseca las mucosas internas, torna la piel áspera y opaca y potencia la aparición de las temidas arrugas.
El cuerpo pierde diariamente entre 1,5 y 2,5 litros de agua y en días sumamente calurosos es aún mayor, porque aumenta la transpiración. Es necesario entonces reponer ese líquido para mantener el equilibrio interno. La mejor forma de hacerlo es por la vía de alimentos, en especial verduras y frutas y bebiendo mucha agua potable o mineralizada. El agua fría eleva la presión sanguínea, estimula la circulación y tonifica los músculos.
HIDRATARSE EL MEJOR ALIADO
El agua caliente, en cambio, relaja, tranquiliza, disminuye la rigidez de las articulaciones y músculos, eliminando la tensión. El simple acto de beber un vaso de agua es estar aportando al cuerpo un manantial de belleza y salud, siempre y cuando se tomen las precauciones necesarias para que ese líquido elemental no sea portador de virus. Si el agua es potable o hervida, no se correrá ningún riesgo. El agua es asimismo una gran depuradora renal, ayuda a absorber mejor las vitaminas y minerales que se ingieren a través de los alimentos. Elimina residuos y es de primera para mantener en forma las articulaciones. Es también un aliado a la hora de adelgazar porque favorece la digestión, previene contra el estreñimiento y provoca una sensación de saciedad que puede quitar el hambre. A lo largo del día hay que beber entre cuatro y seis vasos de agua y en los días de intenso calor, la cantidad debe aumentar. Beber aproximadamente dos litros de agua diarios es un seguro de salud.