Rodeada de la feligresía de la Parroquia San Antonio de Padua en la colonia Fesitranh de San Pedro Sula, celebró con alegría 25 años de vida religiosa, la Hermana AnnieLandreau de la Congregación Franciscanas Oblatas del Sagrado Corazón.
Texto y fotos: Johanna Kattan
Jokattan@unicah.edu
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Con solo verla, cualquiera percibe en ella ese algo que la hace especial, llena de ternura, amabilidad y humildad en su actuar. “Mi pensamiento cada mañana es la mirada de Jesús, de tenerle a mi lado y así alimentar esa esperanza en la vida”, expresa la Hermana Annie Landreau de la Congregación Franciscanas Oblatas del Sagrado Corazón.
El festejo por sus 25 años de vida religiosa inició con una Misa de acción de gracias presidida por el Obispo de la Diócesis de San Pedro Sula, Ángel Garachana, en la Parroquia San Antonio de Padua. Posteriormente, hubo un programa especial de talentos dedicados a Sor Annie y al final compartieron todos la cena con un sentido de fraternidad.
Nació en el oeste de Francia, el 18 de agosto de 1952. Es la segunda hija de una pequeña familia constituida por sus padres René y María Teresa. La bautizaron a los 15 días de haber nacido. En su juventud le gustaba tomarse un tiempo diferente de todo, viviendo de lleno los campamentos “Montaña y Oración”, que eran escuela de oración y a la vez descubrimiento de los Alpes, ascensiones en grupo por los caminos de montaña, las nieves y glaciares hacia las cumbres.
Recuerda que ella solía estar en constante meditación, para profundizar su vocación lejos del contexto de vida y trabajo. “Seguíamos en cadenas de oración cada semana por grupo, esto me alimentaba mucho, y llegué a entender que nada más podría colmar mi vida sino consagrándola de entero al Señor”.
En 1985, decidió parar por un tiempo su rol de maestra, “para darme la oportunidad de encontrar realmente lo que el Señor quería de mí. Dejé todas mis relaciones y fui a vivir a Paris, trabajando como cocinera en una comunidad de religiosos. Es cuando el Señor me condujo también a familiarizar más con las personas que viven en la calle”.
Año de oración intensa, de gracia y de dolor. Ella se preguntaba, “Señor qué quieres que haga por ti? escuché entonces hablar de una congregación que trabajaban en la reparación de una vieja casa cural para atender a los jóvenes y que se preparaban para ir a fundar a Honduras. Conocía un poco de la teología de la liberación y de lo que se vivía en America latina en aquél entonces. Esto fue lo que me atrajo para entrar en la congregación”, confiesa la Hermana Annie.
En 1986, encontró por primera vez en la fraternidad de Chelles cerca de Paris, “las primeras hermanas tenían un mes de haber llegado Honduras!Rápidamente les pedí a empezar el proceso de formación. Después de un tiempo de conocimiento mutuo, en el aspirantado, inicié mi postulantado,re empezando como maestra en primaria en Seine Stdenis. Uno de mis compromisos era también con una asociación ecuménica par la acogida de las personas sin domicilio fijo “.
En mayo 1988, iniciósu noviciado en otro departamento: le Loiret. El 24 de mayo del 1990, hace 25 años, en la Capilla de la Casa Madre, pronunció sus primeros votos “en presencia de mis papás, quienes, con el tiempo habían terminado por acoger mi vocación”. Estudió la teología pastoral en la Universidad Católica en Paris, y en octubre de 1996: “llegué a Honduras”.