Caminar
De dentro del corazón
Jóse Nelsón Durón V.
Aunque pudieran ser uno que otro caso reales, o consensuados, para utilizar un término que es más legal que moral, eufemísticamente han sido llamadas recientemente “relaciones amorosas” los tratos, sentimentales y heterosexuales o no, entre maestros y alumnos en colegios y escuelas del país; la realidad es que usualmente, contrariamente a los muy sonados y explotados casos de los romeos y julietas y otros amores prohibidos de los boleros de recientes años, se trata de pecados y delitos enmascarados de romance.
Usualmente el mayor se aprovecha de la carencia, necesidady debilidad intelectual, moral y espiritual del menor, que vive en una realidad construida sobre sueños y falsas esperanzas que le son negadas por su Patria, la sociedad y su familia, debido a una situación de innegable injustica social, pobreza, falta de educación y cultura, pérdida de valores y otros vacíos. En efecto, profundizadas las razones y puestos a un lado sentimentalismos muchas veces insensatos, no puede encontrarse sino una mente débil esclavizadaa un destino que le ha sido impuesto por la fuerza, por inmadurez, o por impotencia,y conformidad ante muros imposibles de escalar y saltar.
Nadie puede estar exento de responsabilidad en estos casos, pues vivimos en una sociedad llena de sensualidad que ha sido construida sobre nuestra aceptación, tolerancia y hasta convergencia y acompañamiento, al actuar como burdas comparsas de una tragicomedia que sólo nos repulsa cuando nos afecta. La permitida difusión y visión por parte de niñas de telenovelas llenas de sensualismo joven y espurio, donde se exhibe el culto al capo drogo y droguero; novelillas revestidas de devotería falsa que exhiben y exponen más bien falsas concepciones de la santidad; el acoso verbal infantil en la escuela, en la calle y hasta en la familia, ¡vaya usted a creer!, donde, en lugar de valores morales fuertes, se cultiva la mala educación y se ha perdido la influencia paterna o materna, no solamente por huida de uno de ellos, sino porque también la madre pasó por lo mismo y quizás se ve obligada a aceptarlo en contra de sus hijos; la exposición de nuestras niñas a una como normal costumbre de momentos en que otras mujeres y jóvenes se deleitan o se relajan en compañías idealizadas; la insistencia, por lástima o por infundado derecho de todos a ser como se desee ser, justificando homosexualidades; la cosificación de la mujer como símbolo sexual en los medios y hasta en campañas propagandísticas de llantas de vehículos, partidos, equipos, cervezas, cigarrillos, concursos de belleza, carreras y una larguísima lista… todo esto ha conducido a que nuestras mentes infantiles consideren,toleren y acepten el “rato” como paliativo de una realidad muy dolorosa y o acepten la falsa promesa también como paliativo y como esperanza nebulosa, en una fantasía creada en su mente inexperta por su angustia existencial, que le empuja a buscar salidas zozobrantes y hasta agónicas.
Les robamos la niñez y la inocencia; usted y yo; y todos los que la permitimos, especialmente quienes pudieran hacer algo para combatir y, todavía mejor, prohibir todo esto, impidiendo que se salga con la suya la tiranía de joligud y de muchos medios.
Claro, es posible que esta columna suene a beatería, especialmente a quienes no han percibido la angustia existencial de tantos jóvenes y niños que sufren por todo esto, que se sienten esclavizados a un destino que les ha sido impuesto, que es injusto y que, para su débil mente, es aparentemente insoslayable. Y por muchas otras personas que ya consideran esta clase de ambiente sexista como muy normal, como lo hacía el suscrito mismo. Pero esta lamentable y dolorosa situación tiene que ser cambiada. Y no debe ser la única medida a tomar la magnificación de las penas a los infractores, que urge y es imprescindible, aunque exista ya alguna, sobre todo en casos de adolescentes que caen en manos de hábiles “donjuanes” que utilizan la coerción, violencia, abuso de autoridad y el engaño, con responsabilidades maritales y paternales comprobadas.
También deben tomarse medidas urgentes, probablemente la legislación existe, para incentivar la denuncia, la investigación, detección, catalogación, calificación y condena, así como para el tratamiento únicamente de los casos en que la intervención sicológica se encuentre justificada, para evitar los favoritismos y los compadrazgos, así como fingimientos y refugios en falsos amoríos y consentimientos.
La labor judicial en este campo, así como la educación familiar y la atención pronta de casos que revelen peligro inminente, deben ser ejercidas a la brevedad posible. Ya lo dice el Señor: “Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.