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EL DECANO DE LA PRENSA NACIONAL

Obispos alzan su voz y alertan sobre Implanon

El anticonceptivo se introduce en el brazo,  pero incrementa  inevitablemente  el  factor  de  riesgo  que  en  sí  mismo representa para la salud y la integridad personal, especialmente de las mujeres.

El anticonceptivo se introduce en el brazo, pero incrementa inevitablemente el factor de riesgo que en sí mismo representa para la salud y la integridad personal, especialmente de las mujeres.

Comunicado / CONFERENCIA EPISCOPAL DE HONDURAS
Obispos alzan su voz y alertan sobre Implanon
Jesús dice: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia», (Jn 10, 10).
En Nombre de Dios nuestro Padre y Creador, hacemos llegar a todos nuestros hermanos, miembros de esta gran familia del pueblo hondureño, y a todos los hombres de buena voluntad, un saludo fraterno, deseándoles la paz de Cristo Resucitado.
En  base  a  las  Noticias  que  en  estos  días  han  preocupado  y  conmocionado gravemente la conciencia de las familias y a la población en general, acerca de la promoción y difusión  de un nuevo método anticonceptivo, que está siendo aplicado en el Hospital Escuela Universitario, para mujeres en etapa reproductiva, la Iglesia Católica de Honduras quiere alzar la voz, en defensa de la vida y la dignidad de la persona humana.
Una vez más, vemos necesario recordar, subrayar y proclamar el valor sublime e inalienable de la vida humana; siendo éste el don más preciado que hemos recibido
de Dios. Por ello, la responsabilidad que tenemos de cuidar nuestra salud y defender
nuestra dignidad como personas, nos lleva, y nos exige, evitar en todo momento que nos pongamos en riesgo y pongamos en riesgo nuestra salud, comprometiendo así nuestra integridad física, moral y espiritual.
Este  nuevo  método  anticonceptivo  (llamado  “Implanon”),  cuyo  implante  es colocado por debajo de la piel del brazo de la mujer, con el fin de prevenir el embarazo, funcionando por tres años consecutivos, presenta una seria problemática y un obligado análisis y reflexión de nuestra parte.
Posiblemente, el hecho de presentarse como un recurso novedoso y gratuito para todos, haciéndolo además accesible para todas las mujeres “en cualquier etapa de su vida reproductiva”, especialmente en mujeres adolescentes, de acuerdo a lo publicado,  incrementa  inevitablemente  el  factor  de  riesgo  que  en  sí  mismo representa para la salud y la integridad personal, especialmente de las mujeres.
En primer lugar, cabe señalar que la falsedad del producto, y sus efectos directos e indirectos, queda manifiesta en su misma presentación, poniendo en evidencia la intención poco honesta y clara de sus promotores, ya que –según dicen– esta implantación del anticonceptivo “Implanon”, que aquí se está ofreciendo gratuitamente, en el mercado tiene un valor de al menos 700 u 800 dólares.
Una pregunta: ¿No te parece demasiado raro este asunto? ¿No será que, además de las consecuencias morales que esto implica, quieren experimentar mezquinamente con las mujeres hondureñas, poniendo en riesgo su salud y su integridad física?
Ante esto, es posible que escuchemos algunas voces afirmando que la Iglesia está en contra de los métodos anticonceptivos y de la planificación familiar.
Por esto mismo, es necesario afirmar que:
a) No existe ningún “método anticonceptivo” que esté aprobado o permitido por la Iglesia, ya que la palabra “anticonceptivo” comporta ya la intención directa de ir “en contra de la vida”;
b) Cuando hablamos de planificación familiar hacemos referencia a los métodos naturales de concepción y regulación de los embarazos. Por ello, es importante anunciarlo firmemente: la Iglesia Católica no está en contra de la planificación familiar.

La planificación familiar es el privilegio y la obligación que tiene una pareja casada, en orden a decidir con amor el número y espaciamiento de sus hijos, utilizando un medio ético.
De lo cual, hemos de subrayar lo siguiente: es una decisión que corresponde directa, personal y exclusivamente a la pareja, al hombre y a la mujer; y no a terceros, individuos, asociaciones o instituciones de cualquier tipo o naturaleza, las cuales generalmente se mueven por otros intereses, ajenos totalmente al respeto hacia la persona y al bien integral del matrimonio y la familia.

1) La Iglesia enseña que es un privilegio, y no un derecho; porque un hijo es un don y el matrimonio confiere a la pareja el derecho a entregarse en el acto conyugal del cual se puede derivar la vida; mas no confiere el derecho a tener hijos, pues son personas y no objetos. Propiamente hablando, nadie tiene derecho a tener hijos: los hijos son un don para el matrimonio. Es decir, los hijos tienen derecho a tener padres, mientras que nadie tiene derecho a tener hijos.

2) Precisamente por esto, la planificación familiar es también una obligación, ya que un hijo tiene el derecho a tener padres y, por tanto, el papá y la mamá, que asumen la responsabilidad de educarlo con amor, se obligan ante los hijos; aquí está la gran responsabilidad que tienen los padres ante la transmisión de la vida.

3) Alguien puede preguntar “¿por qué en una pareja casada?”. Precisamente porque las relaciones sexuales deben darse dentro del matrimonio, es decir, deben darse cuando exista un compromiso para toda la vida y pueda darse una entrega total de la que  se  deriven  los  fines  unitivo  (amor)  y  procreativo  (apertura  a  la  vida):
Únicamente el matrimonio brinda las condiciones necesarias para una entrega total del hombre y la mujer; una entrega de amor y por amor, una entrega sin límites y sin obstáculos.
Por esta razón, al encontrarnos ahora ante la promoción de un nuevo método anticonceptivo, es  preciso  destacar  que,  efectivamente, compete  a  la  pareja,  al hombre y a la mujer que han unido sus vidas por amor, decidir acerca del número y espaciamiento de los hijos, ya que son ellos los principales educadores y formadores de sus hijos.

4) Ahora bien, al decir que para ello deberá utilizarse un medio ético, queremos subrayar que en todo momento habrán de tenerse en cuenta la dignidad y el respeto a la persona, a la naturaleza humana, en fin, al acto conyugal en sí mismo.
Dicho respeto y dignidad de toda persona sólo puede garantizarse utilizando los métodos naturales de planificación familiar, que se basan en el conocimiento científico de la fertilidad (inteligencia) y en la decisión de la pareja (voluntad) de donarse en una relación sexual, o no, durante el período fértil, con la posibilidad de embarazarse. De esta manera, estamos hablando de métodos que respetan a la persona, que respetan las leyes naturales y los períodos naturales de fertilidad e infertilidad.

En este contexto, creemos oportuno y necesario recordar los principales métodos naturales aprobados por la Iglesia: Método del Ritmo (o Calendario), Método de la Temperatura y Método de la Ovulación (o Billings).
Por otra parte, somos conscientes de que los métodos naturales no gozan de popularidad entre los médicos, debido a que exigen que la pareja tenga un buen grado de comunicación y respeto, y estén de acuerdo en vivir la abstinencia en los días de posible fertilidad. En una sociedad hedonista como la que vivimos, esta responsabilidad parece muy difícil de aceptar. No parece tampoco una casualidad, que haya sido precisamente en este mes de Agosto, que está dedicado por la Conferencia Episcopal de Honduras como el Mes del Matrimonio y la Familia, cuando se haya iniciado fuertemente esta campaña de promoción de dicho anticonceptivo. Durante el Mes del Matrimonio y la Familia, en todas las Parroquias del País se está brindando una verdadera e intensa formación en valores y una consolidación y educación en la fe, buscando con ello preparar para la Iglesia y la sociedad personas maduras, íntegras, responsables y comprometidas con el caminar y desarrollo de cada familia y de la entera sociedad en que vivimos.
Y es allí mismo, en la Parroquia, donde se vienen impartiendo, desde hace años, cursos  sobre  los  métodos  naturales de  planificación familiar,  aprobados por  la Iglesia.

Conclusión:
Con todo esto, constatamos una vez más que las cosas grandes, que valen realmente la pena, que garantizan el bienestar y la auténtica felicidad del matrimonio y la familia, son cosas que implican mucho esfuerzo y sacrificio, exigiendo del hombre y la mujer un verdadero compromiso, así como un continuo ejercicio de inteligencia y voluntad. Todo  lo  demás, son  cosas  banales,  fáciles, superfluas, inconsistentes, que  sólo aseguran un  “bienestar” pasajero, pero  a  un  precio  muy alto,  y  muchas  veces comprometiendo hasta la salud y el bien de la familia. Son cosas tan inútiles, que hasta gratis las ofrecen.
Con todo respeto, queremos afirmar que irse a realizar la implantación del anticonceptivo “Implanon”, que parece de lo más fácil, y además gratuito, sería un acto de lo más irresponsable e inconsciente. Bien nos enseña el dicho popular: “No todo lo que brilla es oro”.
Conviene poner mucha atención y ser consecuentes con cada una de nuestras decisiones, vigilando cuidadosamente que cada una de ellas nos conduzca a una mayor realización y felicidad, como seres humanos y como hijos de Dios.
Queridos hermanos, la Iglesia, que es Madre y Maestra, quiere dirigirse a todos Ustedes, católicos y no católicos, creyentes y no creyentes, pero que aun así guardan en su alma y en su corazón un grande deseo de hacer el bien, un deseo de cuidar su salud y proteger a su familia, que es el tesoro más grande que Dios nos ha dado, exhortándoles a reflexionar seriamente sobre el valor sublime y sagrado de la vida humana, de nuestra propia vida y la vida de nuestros seres queridos.
Teniendo presente que “el hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios” (Evangelium Vitae, n. 2), abrigamos una viva esperanza de que ningún médico ni enfermera católicos llegue a ser cómplice, activa o pasivamente, en la promoción del nuevo método anticonceptivo, que atenta gravemente contra la salud y la dignidad de la persona humana.
Es también nuestro deseo, que cada uno de nosotros, especialmente los médicos y las enfermeras, nos convirtamos en fieles testigos y proclamadores del Evangelio de Jesucristo, que es el Evangelio de la Vida.
Deseamos encomendar y consagrar a la protección maternal de Nuestra Señora de Suyapa a todas nuestras familias, especialmente aquellas familias que sufren o se encuentran en un momento de prueba y dolor en sus vidas, así como a todos nuestros hermanos y hermanas que trabajan o prestan diversos servicios en los Hospitales.

Que el Dios de la Vida, de la Paz y del Amor, nos conceda a todos su abundante bendición. Así sea.

CONFERENCIA EPISCOPAL DE HONDURAS

Tegucigalpa, M.D.C., 13 de Agosto de 2015.

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Esta entrada fue publicada el 14 agosto 2015 por en Actualidad.
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