“Si acaso pudiera existir una ambición pera un diácono, este debería ser el deseo de poder servir, al ser ordenado diáconos ustedes son elegidos de entre los demás, consagrados, es decir dados como donados, y enviados para ejercitar un triple servicio, una triple diaconía: la de la palabra, la de la Eucaristía y la de la caridad”.
Texto y fotos Héctor David García Osorio
Obispo de Yoro
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La Diócesis de Comayagua se vistió de gala y fueron muchos feligreses y varios sacerdotes que se trasladaron desde sus parroquias hasta la Catedral de Comayagua para participar en la Misa solemne concelebrada de la Ordenación Diaconal de tres de sus hijos predilectos,WilsonYeovany Flores Fugón, Santiago Miguel Aguilera Mejía y Héctor Hernán Osorio Pineda.
El 1 de agosto recién pasado, desde tempranas horas la Iglesia Catedral estaba llena de gente y una hora antes del inicio de la celebración, las campanas, cada quince minutos, sonaron alegres invitando a todos para compartir de la alegría de este evento esperanzador para la Iglesia diocesana de Comayagua.
CELEBRACIÓN
La Misa comenzó a tempranas horas con la participación de 40 sacerdotes, quienes dejaron todo compromiso de pastoral para otro momento y llegaron para acompañar y felicitar a los nuevos diáconos. El canto de la Misa y el servicio del altar estuvo a cargo de los 30 seminaristas del seminario diocesano Mayor “Cristo Sumo Sacerdote”y de los cuatro pre-seminaristas del Año Propedéutico con sede en Siguatepeque.
Durante la homilía, el Obispo diocesano, Monseñor Roberto Camilleri, OFM, se dirigió a los tres candidatos al diaconado en estos términos:
Queridos Wilson, Santiago y Héctor, mediante la imposición de mis manos y la oración consagratoria, el Señor va a enviar sobre ustedes su Espíritu Santo y los va a consagrar diáconos. Como Jesús de Nazaret, ustedes también quedarán “ungidos por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien, y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con el” (Hech 10, 38). A partir de su ordenación diaconal, serán en la Iglesia y el mundo signo e instrumento de Cristo, que no vino “para ser servido sino para servir”.
“El Señor imprimirá en ustedes un signo imborrable, por el que quedarán configurados con Cristo siervo para siempre. Habrán, pues, de vivir y mostrar en todo momento con su palabra y con su vida esta su condición de signo de Cristo siervo, obediente hasta la muerte y muerte de cruz, para salvación de todos. “porque como les recuerda hoy san Pablo no nos predicamos a nosotros, predicamos que Cristo es Señor, y nosotros, siervos de ustedes por Jesús” (2 Cor 4, 5).
Si acaso pudiera existir una ambición para un diácono, este debería ser el deseo de poder servir, Al ser ordenadodiáconos ustedes son elegidos de entre los demás, consagrados, es decir dados como donados, y enviados para ejercitar un triple servicio, una triple diaconía: la de la palabra, la de la Eucaristía y la de la caridad”. “Fortalecidos con el don del Espíritu Santo, ayudarán al obispo y a los presbíteros en el anuncio de la Palabra, en el servicio del altar, y en el ministerio de la caridad, mostrándose servidores de todos. Es tarea del diaconado la proclamación del Evangelio como también la de ayudar a los presbíteros en la explicación y actualización del mensaje de la Palabra de Dios.
EVANGELIO DE CRISTO
Por ello, en la ceremonia de ordenación les entregaré el Evangelio con estas palabras: “Recibe el evangelio de Cristo, del cual has sido constituido mensajero: convierte en fe viva lo que lees y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello que has enseñado.”
Para ser fieles a este triple servicio viven día a díaenraizadosen el más profundo del misterio eclesial, de la comunión de los santos y de la vida sobrenatural, y viven sumergidos en la oración de modo que su trabajo diario esté lleno de oración.
Sean fieles a la celebración de la Liturgia de las Horas; es la oración incesante de la Iglesia por el mundo entero, que les está encomendado de modo directo. Esfuércense por fijar su mirada y su corazón en Dios con la oración personal diaria. La oración les ayudará a superar el ruido exterior, las prisas de la jornada, el impulso de su ego, y así purificar su mirada para ver el mundo con los ojos de Dios y a purificar su corazón para amar a los hermanos y a la Iglesia con el corazón de Cristo. En la oración encontrarán el alimento necesario para vivir su promesa de disponibilidad y obediencia a Dios, a la Iglesia, al obispo diocesano, y así a todos los hermanos. Queridos Wilson, Santiago y Héctor, manténganse siempre su mirada fija, atenta y dócil a Jesús, su buen pastor y vayan aprendiendo de él para ser buenos diáconos y mañana lleguen a servirle en el pueblo de Dios del cual serán hoy para siempre constituidos fieles servidores y pastores.
Después de la Comunión, El diácono Héctor, en nombre de él y de sus compañeros agradeció a Dios por el don de la vocación, a Monseñor Roberto por su solicitud y acompañamiento paternal durante los últimos nueve años de formación, a los formadores y maestros del seminario, a sus padres y familia por su apoyo, a los compañeros seminaristas, a los confesores y directores espirituales y a los bienhechores del seminario y reafirmó que los tres diáconos están dispuestos para servir al estilo de Jesús con una “diaconía” fructífera” en la Iglesia, con la ayuda de Dios.
Bibliografías
Héctor Hernán Osorio Pineda
Nació en Ilama, Santa Bárbara el 02 de Diciembre de 1985, hijo de Héctor Manuel Osorio Rivera y Mélida Argentina Pineda (QDDG). Fue criado desde los 8 años por la Sra. Glenis Nohemí Rivas Linares. El primero de dos hermanos, originario de la parroquia San Miguel Arcángel, Realizó sus estudios de educación primaria en la escuela Modesto Rodas Alvarado de Marcala, La Paz; su secundaria en el Instituto 21 de Octubre graduándose de Perito Mercantil y Contador Público en el año 2003. Comenzó al Año Propedéutico el 05 de febrero del 2007. El 2008 hizo su ingreso al Seminario Mayor “Cristo Sumo Sacerdote” de la Diócesis de Comayagua, culminando sus estudios eclesiásticos en el año 2014. Realiza su año de pastoral en la parroquia Espíritu Santo de la ciudad de la Paz.
Wilson Geovany Flores Fugón
Nace un 08 de Julio de 1986 en la comunidad de “Dos Ríos”, Ojos de Agua, Comayagua. Sus padres son Isaías Flores Flores y María Angélica Fugón Ulloa. Es el tercero de trece hermanos, cuatro varones y nueve mujeres. Originario de la parroquia Nuestra Señora de Fátima, del municipio de las Lajas en el departamento de Comayagua. Cursó su primaria en la escuela “República de Honduras” de la comunidad de “Dos Ríos”, Ojos de Agua, Comayagua.
Ingresó al seminario “San Juan María Vianney” el 04 de febrero del 2001 en la ciudad de Siguatepeque. Cursó su ciclo común en el Instituto Liceo Cristo Rey, de la ciudad de Siguatepeque, y se graduó de Bachillerato en ciencias y letras en dicho instituto.
Comenzó el año propedéutico el 05 de Febrero del 2007. Hizo su Ingreso al seminario mayor “Cristo Sumo Sacerdote” de la Diócesis de Comayagua, culminando sus estudios eclesiásticos en el año 2014. Realiza su labor pastoral en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen en Siguatepeque.
Santiago Miguel Aguilera Mejía
Nació en el Barrio San Francisco, Marcala, la Paz el 19 de septiembre de 1986. Hijo de Moisés Aguilera Vásquez (QDDG)” y Marilú Mejía. Es el decimo de once hermanos. Originario de la Parroquia San Miguel Arcángel. Realizó sus estudios primarios en la escuela “Las Américas” del barrio San Francisco y finalizados en la escuela Marco Aurelio Soto del barrio Concepción. Los estudios del ciclo común los realizó en el Instituto Polivalente 21 de Octubre, en esta misma casa de estudios se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras en el año 2005. Comenzó al año Propedéutico el 5 de febrero del 2007 y luego inició sus estudios filosóficos y teológicos en el seminario mayor Cristo Sumo Sacerdote de Comayagua en el año 2008, culminando dichos estudios en el 2014. Actualmente ejerce su pastoral en la Parroquia de Santa Ana la Libertad, Comayagua. Dios mediante, los nuevos diáconos serán consagrados presbíteros en el mes de diciembre próximo.Oremos por su perseverancia y por su santificación y también por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas y de laicos comprometidos con la misión continental.