El joven sacerdote Luis Amador, ha sido confiado a la misión de guiar una de las primeras parroquias de la Diócesis de San Pedro Sula. El 16 de agosto a las diez de la mañana tomará posesión el nuevo párroco Luis Amador de la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe.
Fotos y texto Johanna Kattan
jokattan@unicah.edu
Una de las preguntas que muchos feligreses se han hecho en las últimas semanas, ya tiene respuesta. ¿Quién será el nuevo párroco en Guadalupe? En su programa radial “Para que tengan Vida”, el Obispo Ángel Garachana dio a conocer la noticia. Nombró al sacerdote Luis Alfonso Amador Ríos como nuevo párroco en la extensa Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe.
El padre Luis Amador, es un joven sacerdote hondureño diocesano. Su nobleza y la alegría que lleva en su corazón facilitan ese acercamiento con los demás. Revestido con un amor por su vocación, con la que contagia a los jóvenes con quienes apoya desde su cargo como responsable de la Pastoral Juvenil de esta diócesis. “Los jóvenes de toda la diócesis se han robado mi corazón”.
A sus 30 años de edad asumirá una misión que no esperaba, guiar una de las primeras parroquias creada en la diócesis, significativa por su historia y por su extensión y por el dinamismo de sus feligreses. Cuando recibió la llamada de Monseñor Garachana, comenta el padre Luis que hasta el apetito perdió al saber que estaba siendo convocado.
“Cuando mi Obispo Monseñor Ángel Garachana Pérez me llama a mi celular y me dice que me quiere verme en su despacho, -estaba por almorzar-, confieso que no quise comer, y un amigo que me acompañaba me dijo: ¿Qué te pasa? Yo le respondí: “me habló mi Obispo. Me preguntó: ¿Es malo o bueno? –Le dije: “no sé”, sólo sé que ya no tengo hambre”.
Confiesa que los minutos se le hicieron eternos. “Al llegar al Obispado –que aún no era horario de oficina- Monseñor mismo fue quien me abrió la puerta, parecía que todo estaba cronometrado y sincronizado. Entré a su despacho y con una sonrisa me dijo: voy al grano”, recuerda el padre Luis. “Mis oídos escucharon lo que no se cruzaba ni por la mente. Guardé silencio por un momento, Monseñor continuaba exponiéndome las razones por las cuales él y sus colaboradores consideraron que yo podría hacerme cargo de esta nueva misión a saber, asumir la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe de San Pedro Sula, en calidad de párroco”.
“Sentí que la noticia me desbordaba, pero las palabras de monseñor Ángel me fueron dando mucha paz. Yo, mi interior decía: Párroco por primera vez…..y de la Guadalupe”. Luego de recibir esa noticia el padre Luís salió del obispado, abordó un autobús y regresó a Baracoa, a la Parroquia la Exaltación de la Santa Cruz donde sirve desde hace dos años, “mi mente desde ese momento hizo un viaje definitivo a la ciudad de San Pedro Sula”.
SU CARIÑO POR BARACOA
Aún recuerda el día que llegó a Baracoa por primera vez, “El 9 de marzo 2013 a las 2:30 pm llegué a Baracoa, no de paseo, sino que mi Obispo me había nombrado vicario parroquial de esta querida parroquia. Por más de 2 años sirviendo en esta tierra, desplazándome en auto (cuando había), en autobús, en moto taxi, en lancha, en cayuco, a pie….cuantas lecciones”.
Su dedicación por la feligresía en Baracoa, lo llevó a interesarse por la historia y evolución de esta región. “Todo lo que antes fue un emporio económico ahora se ve como una tierra abandonada. Parece que lo que fue la Bacano Brothers Company y la Standard FruitCompany ahora solo es historia. Pude escuchar relatos de primera mano; de los trenes, los bananos, los patronos, horarios, los banacones…todo un vocabulario propio de la época”.
“MI PRIMER AMOR PASTORAL”
En el 2012 realizó su experiencia pastoral en la Parroquia “Nuestra Señora de Suyapa” de la Colonia López Arellano en el municipio de Choloma. “Llegué a esta querida parroquia, mi primer amor pastoral. La López fue una experiencia de encuentro, de compartir, de aprender….yo iba con muchos prejuicios, por lo que los medios de comunicación me habían mostrado La López como un lugar invivible. Pero no fue así.”, narró.
Adquirió una valiosa e inolvidable experiencia. ““Tantos agentes de pastoral entregados, con deseos de servir, hombres y mujeres que después de regresar del trabajo de las maquilas se quedan en la Santa Misa, en las reuniones de sus grupos, esperando sus hijos, esto no tiene precio. Allí aprendí a valorar el sacrificio, el empeño, el amor a la pastoral. Son personas tan “querendonas”, amables, acogedoras, simplemente encontré familia”.