La devoción al Divino Niño y el aniversario del Movimiento Juan XXIII fueron las festividades por el cual los feligreses de la ciudad de El Paraíso, desbordaron de alegría y entusiasmo en estos días.
Texto y fotos Roger Padilla
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La festividad del Divino Niño es una de las devociones más hermosas, emotivas y tiernas se vive con mucha solemnidad y amor en la ciudad de El Paraíso. Hermanas pertenecientes a la Comunidad “María Dama Blanca de la Paz”, llevan por nombre en su círculo de oración Divino Niño, se han hecho la promesa de engrandecer la devoción a este hermoso, Niño Jesús. Gestos que van desde celebraciones, entrega de estampitas, imágenes y libros de la novena.
La conmemoración se lleva a cabo durante toda la novena. Durante estos días grupos y movimientos son invitados para dirigir la novena y contar sus testimonios de los favores recibidos por el Niño Jesús, así mismo para meditar juntos sus gozos y pedirle nuevos favores a cambio de nuestro compromiso por la Iglesia.
Son tan emotivos los soplos que se sienten durante esta celebración y es porque muchos se sienten reflejados con él.
El final de la novena no puede ser mejor, los niños son vestidos con el mismo traje del Divino Niño Jesús y con una hermosa carroza se disponen a salir por las calles de la ciudad para dirigirse al templo parroquial. Durante el camino las alabanzas y la quema de cohetes no pueden faltar, esto para anunciar que un pequeño gigante va por la calle evangelizando.
Al llegar al templo se realiza, como es tradición, una solemne Eucaristía en honor a este amado niño.
Los fieles no pudieron faltar, llenaron el templo y dieron realce a tan esperado día. Al llegar a su final sólo queda una nueva tarea, proponerse juntos seguir esta hermosa devoción y multiplicar los fieles, para que el siguiente año sea más los llenos del Espíritu Santo y más los que le pidan los favores por el mérito de su infancia.
LOS JUANES EN EL PARAÍSO
Con mucho amor y alegría se celebró el XVIII aniversario de fundación de este Movimiento Cristiano Católico en la ciudad de El Paraíso, donde todos como hermanos y llenos de la humildad que los caracterizan se reunieron para darle gracias al Padre del Cielo por seguir llenándolos de bendiciones y fuerzas para trabajar por su reino aquí en la tierra.
Durante la ceremonia se vivieron momentos hermosos y reflexivos; recordar a los hermanos que partieron a una mejor vida y que fueron grandes pilares para la perseverancia del Movimiento.Fue un momento emotivo y sublime, el padre Abel Triminio, actual párroco de la ciudad, no pudo faltar a este aniversario, él se encargó de exhortarlos y motivarlos a seguir juntos remando mar adentro y formar trabajadores para cosechar la mies, llevando como estandarte el lema que los caracteriza “Con Cristo todo, sin Cristo nada” y sus valores “amor, entrega y sacrificio”.
HISTORIA
Sor Ingrid Alarcón y Sor Edilma (Q.D.D.G) religiosas pertenecientes a la congregación de María Niña presentada al Templo, fueron las encargadas de crear y sembrar la semilla de este Movimiento en la ciudad, ellas acompañadas e iluminadas por el Espíritu Santo comenzaron con la ardua labor de buscar personas interesadas en vivir un retiro espiritual y pertenecer a tan importante movimiento de la Iglesia.
Nunca se dijo que sería fácil, pero tampoco imposible; con la ayuda de Dios pudieron despertar el amor hacia Dios en 28 hermanos y así realizar el primer retiro en la ciudad de El Paraíso, que se llevó a cabo del 27 al 29 de julio de 1997 en la escuela Enma Romero de Callejas.
Entre los primeros “juanes” estaban Elio Bermúdez, Miguel Figueroa, Eduviges García, Marvin Hernández, Benito Cruz, Humberto Cerritos, entre otros. Desde comenzado el Movimiento ellos ya querían trabajar por la causa, por lo cual se avocaron al padre Rigoberto Velásquez, párroco en ese tiempo, para ponerse a la disposición y realizar cualquier labor que sirviera en la evangelización. Desde su primer coordinador Donato Castellanos, hasta su actual pastor Roberto Cáceres, este movimiento se ha caracterizado por su humildad, hermandad y entrega entre los mismos y para con la Iglesia. Por lo cual siempre le piden a Dios y nuestra amada madre que los guie en este bello caminar.