Diálogo “Fe y Razón”
Visión integral de la ecología
ALABADO SEAS/ 5
Carlos Eduardo, Diácono
carloseduardiacono@gmail.com
Seguimos reflexionando sobre la ecología, a medida que leemos la encíclica del Papa Francisco (Laudato Si), sobre el cuidado de esta casa común que es nuestro planeta. Es muy saludable que nos proponga una ecología integral, para superar el actual reduccionismo que hace de la ecología una parte importante de la Biología –que ciertamente lo es- pero olvidando a veces que es eso y mucho más.
Las décadas que han pasado, desde que se empezó a tener una conciencia justa acerca de la problemática ambiental, nos han enseñado que el tratamiento de esta temática exige un abordaje multidisciplinario, que no queda circunscrito únicamente a las ciencias naturales. Por supuesto que para comprender la dinámica de los seres vivos y la interacción entre los diversos ecosistemas, se impone un abordaje desde la física, la química y otras disciplinas naturales Pero también es necesario acceder desde las ciencias sociales. En un diálogo anterior ya habíamos destacado la importancia de analizar el asunto también desde las ciencias sapienciales: la filosofía y la teología.
Hay una doble razón de recurrir a las ciencias sociales, tales como la sociología, la administración, el derecho, o la economía. La primera es que el ambiente sufre el impacto de la actividad humana; la segunda, que el mismo ser humano es una especie más de una cadena de seres vivos interdependientes y, como tal, puede ver su bienestar perjudicado y hasta su vida amenazada.
Son muchos los autores que expresan que ecología es el nuevo nombre de la economía, tal el peso que el factor ambiental tiene, y tendrá cada vez más, en la economía de las naciones. Simultáneamente, hay que generar una economía con rostro humano, pues no es lógico pensar en una ecología que no tenga como fin último al ser humano. No se puede pensar en un hermoso planeta verde, al precio de la desaparición de la especie humana.
Y esa especie humana debe apreciarse en todas sus dimensiones. Los factores culturales, psíquicos, políticos y sociológicos se han de convertir en otras tantas variables a tomar en cuenta. Así las cosas, la ecología se vuelve una expresión más de un genuino humanismo. Me parece ilógico, y lindante con la inmoralidad, profesar una genuina preocupación por el cambio climático, la vulnerabilidad ambiental y la protección de las crías de animales en peligro de extinción, y no tener igual o superior preocupación por el cambio forzado de paradigmas culturales, la vulnerabilidad de gran parte de la población humana a escala mundial o la protección de los bebés por nacer o recién nacidos.
Me gustó mucho que el Papa analice la vida cotidiana desde el punto de vista ecológico. Parece haber un desinterés generalizado por los cinturones de miseria, donde cantidad de seres humanos viven hacinados, sin los servicios básicos, en condiciones insalubres, con contaminación visual y sonora. Y estoy de acuerdo con él que incluso en condiciones tan deplorables, gentes sencillas han sido capaces de fabricarse un nicho digno, llenando su vida con solidaridad a los demás, su espacio vital con arte y su familia con amor.
Recordemos que aún con sus defectos y descuidos, el ser humano no es un bicho incómodo que debe marginarse o incluso exterminarse en aras de una ecología, muchas veces instrumentalizada en beneficio de modelos económicos que, a la postre, podrían terminar favoreciendo, como tantas otras veces, a unos pocos. Todos los hijos de Dios merecemos mayor respeto,pues también somos coherederos de bienes materiales y espirituales.