Al encuentro
de la palabra… según San Juan para la Lectio Divina
“La gente al ver el milagro…”
P. Tony Salinas Avery
asalinasavery@gmail.com
En san Juan, los milagros son considerados “signos”, buscan más que un interés intelectual o de comprobación, quieren llevar al lector a la comprensión de quién es Jesús y el por qué hace tal o cual cosa. El relato preparado con un lujo de detalles por el evangelista, nos prepara para la comprensión del misterio de la vida de un nuevo Israel, que será apacentado por su pastor-Mesías y alimentado con un nuevo maná del cielo. El Signo hoy es la multiplicación de los panes. Varios detalles dan el sentido profundo al signo, por ejemplo la multitud realmente, como se decía el domingo pasado, está “como ovejas sin pastor”, está reconociendo en Jesús solamente a un líder político: “Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo” (Jn 6,14). En cambio, con los cinco panes de cebada y los dos peces, que sirven para la realización del signo, son bendecidos y repartidos a la multitud hasta saciarse; al final Jesús mismo da la orden: “Recojan los trozos sobrantes para que nada se pierda” (Jn 6,12). Lo que nos recuerda “la fracción del pan” con la cual la Iglesia naciente se refería a la Eucaristía (cf. Hch 2,42.46; 20,7; 27,35), que instituyó el propio Señor a la cena eucarística celebrada en la última noche de su vida terrena y repropuesta en la continua liturgia de la Iglesia.
En efecto, los sucesos narrados del milagro encajan muy bien con la pascua cercana, el pan se cita cinco veces, los gestos de Jesús están modelados sobre los de la última cena, como hemos dicho: (tomó los panes, dio gracias – en griego eucharistein – distribuir los panes), los “pedazos de pan que sobraron” en griego recalcan la expresión “partir el pan” usada por el Nuevo Testamento para la eucaristía. El milagro de los panes es, pues, como se escribe al final de la narración, “un signo” (“la gente, al ver el signo que había hecho…”). Vemos entonces, que bajo la superficie de los hechos y de los datos exteriores, un significado más profundo y espiritual se asoma en los signos narrados por Juan, que de hecho en su evangelio se cuentan en un total de siete.
Los próximos domingos, este milagro será ilustrado en su significado secreto por el siguiente gran discurso de Jesús, conocido como el “pan de vida” que Jesús pronuncio en la sinagoga de Cafarnaúm y que es una catequesis sobre el sacramento. Deberemos seguir juntos el itinerario espiritual de este discurso.
Otro elemento que no podemos dejar por fuera, es que no sólo hubo pan y peces para los cinco mil hombres, sino que incluso sobrantes que tuvieron que ser recogidos. El tema también es trabajado de manera profunda por el evangelista. Esa saciedad va más allá del estómago satisfecho, es un culmen de satisfacción más existencial, la gente ha visto en el signo la mano providente de Dios, que cuida de su hambre material y colma hasta el límite sus aspiraciones más íntimas del alma y del corazón, tal como lo profetizaría Isaías: “En aquellos días el Señor preparará un banquete de manjares, un festín de vinos exquisitos, de excelentes manjares, de vinos refinados” (25,6). Completando la imagen con el paso del Señor que enjugando las lágrimas por el luto y eliminando la muerte para siempre. En verdad podemos decir: “Tú, Señor, no abandonarás mi vida en el sepulcro. Me indicarás el sendero de la vida, alegría plena en tu presencia, dulzura sin fin a tu derecha” (Sal 16,10-11).