Foto Osservatore Romano/LaPresse18-06-2015 Città del Vaticano – Roma – ItaliaCronacaConferenza Stampa per la presentazione della Lettera Enciclica «Laudato sì» del Santo Padre Francesco sulla cura della casa comune.Alle ore 11.00 di questa mattina, nell’Aula Nuova del Sinodo in Vaticano, si è tenuta la Conferenza Stampa di presentazione dell’Enciclica del Santo Padre Francesco « Laudato si’, sulla cura della casa comune ».
Sono intervenuti Sua Eminenza il Cardinale Peter Kodwo Appiah Turkson, Presidente del Pontificio Consiglio della Giustizia e della Pace; Sua Eminenza il Metropolita di Pergamo John Zizioulas, in rappresentanza del Patriarcato Ecumenico e della Chiesa Ortodossa; il Prof. Hans Joachim (John) Schellnhuber, Fondatore e Direttore del Potsdam Institute for Climate Impact Research; la Prof.ssa Carolyn Woo, CEO e Presidente del Catholic Relief Services e già Decano del Mendoza College of Business, University of Notre Dame (USA); e ha portato la sua testimonianza la maestra Valeria Martano, insegnante delle periferie romane.Nella foto: un momento della conferenzaDISTRIBUTION FREE OF CHARGE – NOT FOR SALE
Diálogo “Fe y Razón”
La casa en peligro
ALABADO SEAS/ 2
Carlos Eduardo, Diácono
carloseduardiacono@gmail.com
Ya sabe el mundo entero, a más de medio mes de la publicación, que el Papa Francisco, en su encíclica sobre la ecología(Laudato si), clama por el cuidado de la Casa Común, el planeta Tierra, amenazado por un deterioro ecológico multicausal. No se trata de que esté pidiéndonos que creamos en ello, a modo de un artículo de fe, no. Sabemos que se ha asesorado abundantemente, con científicos de muchas ramas del saber, para alzar su voz y hacer ver que se trata ahora de un imperativo moral a favor de la naturaleza, es cierto, pero sobre todo, a favor del ser humano.
Inicia su diagnóstico preocupado por modos de producción y de consumo tipificados como una cultura del descarte, que genera ingentes cantidades de basuras y deshechos de toda clase, que contaminan aceleradamente tierras, aires y aguas, provocando con ello una irresponsable contribución humana al aceleramiento del cambio climático, evidenciado en los desequilibrios en las cantidades de lluvia (sequías e inundaciones) y en las inusuales temperaturas (fríos y calores extremos).
A partir de ese cuadro básico, pasa en revista situaciones preocupantes, que conciernen a tópicos tales como el agua y la biodiversidad. Pero su preocupación fundamental se centra en el deterioro de la calidad de la vida humana. Es aquí donde pone de relieve un concepto no suficientemente trabajadopor la mayoría de los ambientalistas, a saber: que la ecología debe tener uncarácter definitivamente humanista. No sólo se trata sólo de recordar que toda reflexión científica es una actividad esencialmente humana, sino también que el ser humano ha llegado a ser una especie en peligro y que, por tanto, la finalidad misma de toda preocupación ambientalista ha de ser el “Homo Sapiens”, que, a mi juicio, está viviendo ahora su nueva modalidad de “Homo Reticularis”, es decir, especie reticular, de la red o en la red.
Ya Hegel había intuido que“todo repercute en todo”. El hombre está metido no únicamente en redes sociales de comunicación electrónica, sino en redes de profesionales, de países, de comercio y, por supuesto, en una intricada red de interrelaciones naturales. No aceptarlo parece irresponsable. El Papa advierte tanto contra la perversión de generar ganancias a costa de todo y de todos, cuanto contra la globalización de la indiferencia en relación a estos problemas.La preocupación por la naturaleza no deberá llevarnos a reducir al ser humano a la categoría de bicho molesto, que debería ser contenido y hasta eliminado, para que el planeta reverdezca. La razón ecológica sólo tiene sentido en función de la calidad de vida de todos los seres humanos.
Mientras tanto, vemos en nuestra Honduras que no podemos controlar ni manejar adecuadamente nuestros deshechos. Los mercados se nos inundan cuando llueve, porque la basura obstruye los tragantes; la falta de control de los depósitos artificiales y naturales de agua, han disparado en número de enfermos de dengue y chikungunya, que superan con mucho a los enfermos de cólera, generados por malas condiciones higiénicas. No se obedecen las leyes que regulan las emisiones contaminantes de los automotores; muchos pierden sus casas construidas burlando las licencias ambientales; deshechos clínicos, industriales y de construcción se ponen en vertederos comunes; y, aunque en cantidades aún modestas, no tenemos protocolos sobre descartes tecnológicos (televisores, microondas, celulares, computadoras, etc.). Tampoco hemos logrado, luego de 40 años de intentos fallidos, tener un adecuado manejo forestal y nos apoyamos en demasía en plaguicidas y agroquímicos en nuestra producción agrícola. ¿Hasta cuándo empezaremos a rectificar?