Al encuentro de la palabra… según San Marcos para la Lectio Divina
“Los discípulos lo siguieron…”
(Mc 6,1-6 – XIV Domingo del Tiempo Ordinario)
P. Tony Salinas Avery
asalinasavery@gmail.com
Con nuestro título, la pregunta sería entonces: ¿Hacia dónde le siguieron? La respuesta nos la da el inicio del relato: “Jesús fue a su patria”. Parecería que todo sería allí color de rosa, pero no ha sido así. Lo que ha pasado es que ya Jesús era famoso por sus palabras y por sus hechos. Llegado a la sinagoga de su pueblo sus palabras eran en verdad la de un profeta, pero como bien anota el evangelista Lucas: “Ningún profeta es bien recibido en su patria” (4,24).
En vez de captar lo extraordinario de su palabra, los nazarenos se detienen en la ordinariez de su familia, lo modesto de sus orígenes de obrero, las figuras ordinarias de sus “hermanos y hermanas”, es decir, en el lenguaje semítico, de su clan, la misma sencillez de María (es la única vez que el evangelio de Marcos cita a la madre de Jesús), una mujer del pueblo, no pueden sino suscitar ironía y favorecer el intento de desmitizar figura de Jesús.
La conclusión que nos regala Marcos es que ellos “se escandalizaban de Él”. El término que sostiene este pasaje es precisamente un término griego, que literalmente se dice skandalom, que significa la piedra que hace tropezar al viajero, es la trampa que enreda el pie, y de allí su sentido metafórico o figurativo: un motivo que hace tropezar para entrar en crisis o perder la fe. ¿De dónde les viene a los paisanos de Jesús el entrar en crisis? Muchos aseguran por la falta de está basada en sus limitaciones mentales y espirituales.
No aceptan que ese pretendido ahora profeta-mesías, no tenga a sus espaldas una brillante carrera académica, que no pertenezca a una clase prestigiada de la época, sin genealogía reconocida y no posea cargos públicos de alcurnia e influencias.
La sentencia dicha por Jesús, señala la actitud de sus conciudadanos: “Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio” (Mc 6,4). Marcos quiera dejar más que claro la plena y total oposición de los de su patria con cinco preguntas que ellos se hacen y con la gran frase conclusiva: “Y se escandalizaban a causa de él”. Tal parece una plena indiferencia para con su paisano del cual no esperan nada porque no le creen ni en su palabra, mucho menos en sus poderes. El propio Jesús: “Se maravilló de su falta de fe” (Mc 6,6a).
El escándalo de los paisanos de Jesús, se ve actualizado hoy y siempre porque es el “escándalo de la Encarnación”, que ese hijo de María, ese humilde carpintero, sea nuestro Mesías salvador, es siempre un acto que reclama fe, porque de lo contrario nos veríamos desilusionados y también escandalizados, por poner la esperanza en alguien que en sí no puede salvar. Y la verdad está resumida en la predicación de san Pablo: “Los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros anunciamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero poder y sabiduría de Dios para los llamados, judíos o griegos. Pues la locura de Dios es más sabia que los hombres; y la debilidad de Dios, más fuerte que los hombres. Dios eligió lo que le mundo tiene por necio para humillar a los sabios; lo débil para humillar a los fuertes; lo vil, lo despreciable, lo que es nada, para anular a los que son algo” (1Co 1,22-25.27-28).
Hermano y hermana, interioriza esta Palabra, ¿acaso Jesús de Nazaret te ha escandalizado, alguna vez? ¿Cómo vives su encarnación?