La impocisión de manos de un sucesor de los apóstoles en momento vital para la consagración de diáconos en la iglesia.
Para estos jóvenes su vocación nació en familia, creció en un grupo juvenil y se desarrolló a través del acompañamiento vocacional en la Diócesis.Texto y Fotos Carlos Moreno
ccbombo@yahoo.com
Un momento histórico para la Iglesiaque peregrina en Olancho se vivió recientemente, con la ordenación diaconal de cinco jóvenes por imposición de manos de Monseñor José Bonello ofm, Obispo de la Diócesis de Juticalpa.
Los cinco jóvenes de diferentes regiones, todos olanchanos, han vivido en experiencia pastoral después de un proceso de formación en la Filosofía y la Teología en el Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa. El diaconado marca un bello momento en el camino al presbiterado.
El Gimnasio Monseñor Nicolás D´Antonio, lució lleno y los asistentes vibraron de gozo ante las palabras: “La Iglesia de Dios está viva en Olancho”. Aplausos y gritos de júbilose escucharon en la manifestación eclesial sin precedentes vivida en esta fecha, que fue histórica para la Iglesia que peregrina en Olancho.
Ambiente
La celebración eucarística fue una fiesta comunitaria, en la que Monseñor José Bonello, dio la bienvenida en nombre de la Iglesia, a los cientos de feligreses venidos de los lugares de origen y parroquias donde los diáconos han estado los últimos meses en experiencia pastoral.
Es una liturgia bellísima la que se vive en las ordenaciones con la presentación de los candidatos, el interrogatorio por parte del Obispo a los que solicitan ser diáconos, el canto de las letanías pidiendo oración a todos los santos por los jóvenes candidatos y por último, con la imposición de manos.
Asimismo el saludo del Obispo que les da la bienvenida como miembros del ministerio y la imposición de la estola y la dalmática con el cual quedan revestidos como diáconos. Se viven momentos santos con la presencia de Dios en medio de su pueblo.
Mensaje
Durante la homilía Monseñor José Bonello, invitó a los feligreses a llenarse de gozo: “Hermanas y hermanos, os animo a vivir gozosamente este evento; es un día de júbilo para nuestra Diócesis y lo celebramos con un corazón alegre y agradecido”, dijo con mucha alegría el pastor.
Al hablar de los ordenados señaló: “Los cinco tienen biografías muy diferentes, pero hay una cosa en común: que han sido objeto de una llamada a construir el Reino de Dios, a manifestar su amor bondadoso y misericordioso, al consagrar sus vidas al Señor y a su Iglesia como ministros ordenados en esta porción de la familia de Dios que vive y celebra su ordenación en este Olancho Bello”.
Desarrolló una catequesis sobre las preguntas con las cuales se interroga a los diáconos durante la liturgia, para profundizar sobre el servicio de la diaconía de Jesucristo. Además de felicitar a todos los que han sido parte del proceso vocacional, “ya que la semilla que sembraron, hoy empieza a germinar y dar fruto para esta Iglesia diocesana de Juticalpa”, compartió el Obispo.
Fiesta
Junto a la presencia de todos los sacerdotes de la Diócesis y una gran cantidad de religiosas, la feligresía se unió a esta fiesta y cooperó de gran manera a través de los grupos y movimientos especialmente de la parroquia de Santa Gertrudis lugar donde se llevó acabo el evento.
Para estos jóvenes su vocación nació en familia, creció en un grupo juvenil y se desarrolló a través del acompañamiento vocacional en la Diócesis. Esas pequeñas inquietudes despertadas por el testimonio de sacerdotes, son las que van tocando el corazón de otros jóvenes para abrazar esta vida de servicio gratuito a Dios.
Un compartir se disfrutó al final de la eucaristía con todos los presentes, para festejar la celebración eclesial que se vivió con mucho afecto y cariño por parte de la comunidad católica olanchana presente, y toda la que se unió a través de la transmisión radial y aquellos que esperan con ansias la edición escrita de Fides para seguir celebrando lo que es llamado: Día grande para para la Iglesia en Olancho.
su Iglesia como ministros ordenados en esta porción de la familia de Dios que vive y celebra su ordenación en este Olancho Bello”.
Desarrolló una catequesis sobre las preguntas con las cuales se interroga a los diáconos durante la liturgia, para profundizar sobre el servicio de la diaconía de Jesucristo. Además de felicitar a todos los que han sido parte del proceso vocacional, “ya que la semilla que sembraron, hoy empieza a germinar y dar fruto para esta Iglesia diocesana de Juticalpa”, compartió el Obispo.
Perfil de los nuevos diáconos
Kevin Gonzáles nació el 22 de diciembre de 1989 en la comunidad de los Horcones, Guarizama, es el quinto de seis hermanos. Ingresó en el 2007 al Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa. Y su experiencia pastoral la realiza en la parroquia Catedral Inmaculada Concepción
Julio Armando Ávila Hernández nació en la ciudad de Juticalpa el 23 de julio de 1982, es el octavo de nueve hijos. Sus padres Éntimo Ávila Amador y Juana Francisca Hernández. Durante su juventud fue miembro activo de la Pastoral Juvenil y las Obras Misionales Pontificias, el servicio en la Iglesia le llevó ingresar en el 2007 al Seminario Mayor en Tegucigalpa.
Walter Daniel Quiroz es originario de la Nueva Palestina, Patuca. Nació el 4 de abril de 1984, siendo hijo de José Mercedes Quiroz y MaríaBetuliaNúñez, es el quinto de diez hermanos entre ellos la religiosa Mary Elizabeth Quiroz de las hermanas Franciscanas Cooperadoras Parroquiales de la Asunción. La Pastoral Juvenil le ayudó a crecer en el discernimiento vocacional y ve en el ministerio sacerdotal un don gratuito de Dios.
Héctor Adolfo Juárez nació el 21 de diciembre de 1982 en la aldea La Concepción en las cercanías de Juticalpa. Sus padres, Rosario del Carmen Padilla Tejeda y Héctor Ramón Juárez. Es el mayor de cuatro hermanos y ha estado prestando sus servicios pastorales en la parroquia de San Jerónimo de Gualaco.
Orlin Arnold Cruz Aguilera, originario de Valle Alegre, nació el 23 de mayo de 1987, siendo sus padres Santos Eligio Cruz y Santos Albertina Aguilera, es el mayor de once hermanos y da gracias a Dios, porque en la sencillez de una familia dedicada a la agricultura comenzó el deseo de servir a Dios y a la Iglesia. Durante dos años estuvo en el Seminario Menor San Pedro y San Pablo en la ciudad de Juticalpa, para ingresar posteriormente al Seminario Mayor.