Diálogo “Fe y Razón”
Alabado seas
Carlos Eduardo, Diácono
carloseduardiacono@gmail.com
“Alabado seas mi Señor en todas la creaturas tuyas…”escribía inspirado, en 1225, San Francisco de Asís. “Alabado seas (Laudatosi)”, es el nombre que el Papa Francisco ha querido darle a su encíclica sobre la ecología, dedicada al cuidado de la Casa Común. Quizás muchos de ustedes recuerdan que “ecología” etimológicamente viene el griego “oikós” (casa) y “lógos” (discurso, tratado). Efectivamente, hablar de ecología es hablar de esta casa nuestra, de todos, es decir, común.
Quiero dedicar éste y otros diálogos a reflexionar a propósito de la encíclica, publicada íntegramente por FIDES en su penúltimo número. No pretendo hacer ni un resumen, ni un comentario acerca de cada tema. Intento reflexionar sobre algunos tópicos que me parecen importantes en nuestro contexto concreto, haciendo a veces eco al Santo Padre y otras veces aplicando lo dicho a la “habitación” que en esa casa común nos ha tocado: Honduras.
De entrada quiero resaltar algunos elementos de la parte introductoria. El Papa va hilvanando sus pensamientos a modo de temas sinfónicos, que regresan una y otra vez con diversos matices y diferentes intensidades a lo largo de la carta. He aquí algunos: “Hemos crecido pensando que éramos propietarios y explotadores”(LS, 2). La ecología no agota su discurso en la biología; es transversal a numerosas ciencias, como tendré ocasión de ir manifestando. Su fundamento es definitivamente filosófico, pues se trata de definir la relación estrecha entre el hombre y el mundo. Y se nos está diciendo que no es la de propietario-explotador, sino la de administrador y beneficiario, consciente de que otras creaturas también viven de ella en una red de delicadas relaciones, de cuyo equilibrio y armonía depende nada menos que la sobrevivencia de numerosas especies y, de modo especial, nuestra propia sobrevivencia y calidad de vida, en ésta y futuras generaciones.
Otro concepto novedoso e inspirador es el calificativo que se le da al mundo como “sacramento de comunión”(LS, 9) entre Dios, nosotros y el prójimo, a escala global. No ha de extrañarnos estas primeras referencias a las llamadas “Ciencias Sapienciales”, primero –según se dijo- a la filosofía y –ahora- a la teología. Ambas son herramientas fundamentales y tradicionales del magisterio apostólico. Aquí se construye una ecuación muy clara: 1) Dios es creador de todo cuanto existe. 2) Dios hace el hombre a su imagen y semejanza, es decir, persona, con capacidad para discernir y decidir. 3) Al hombre (varón y mujer) se le confía la tarea de administrar lo que se les da en este planeta: “Henchid la tierra y sometedla. Ved que se os ha dado toda hierba… y todo animal de alimento” (Gn 1, 29-30).El Papa subraya, analizando el pensamiento de San Francisco, “…que una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano” (LS, 11).
Convencido que no es demasiado tarde para actuar, el Santo Padre invita a la conversión y a la conversación, que logren superar “…el rechazo de los poderosos, la falta de interés de los demás,…la negación del problema, la resignación cómoda o la confianza ciega” (LS, 14). Una vez más, una grave crisis mundial, más que de soluciones técnicas y de resoluciones políticas, requiere fundamentalmente de nuevas actitudes. Así las cosas, el problema ecológico se sitúa en la esfera de lo moral, del deber ser. El Papa hace un llamado a la conciencia y ésta se nutre no sólo de conocimiento, sino también de una adecuada valoración y de acciones valientes y eficaces congruentes con tales conocimientos y valoraciones. ¿Y nosotros, cuándo?