Somos hijos e hijas de estas tierras de Honduras.Como seguidores de Jesucristo, hacemos nuestras sus palabras,“ustedes son la luz del mundo” (Mt 5,14). Queremos ser discípulos y discípulas que acompañan al pueblo en sus luchas y esperanzas, nos sentimos una Iglesia que camina con el pueblo pobre, el que busca siempre su liberación, vivir en paz con justicia y solidaridad.
Estos días las tinieblas que envuelven a Honduras, se han iluminado con antorchas que quieren vencer las tinieblas de la corrupción que en diferentes instancias del Estado se están dando. Es una antorcha que brilla con la espontaneidad y firmeza de la decisión de un pueblo que quiere vivir en justicia y verdad, en fraternidad y equidad.
El escandaloso e infame robo al Seguro Social de Honduras, es el hecho más vergonzoso de la historia de corrupción y de impunidad en los últimos años. Este robo al pueblo hondureño, ha sido el detonante para que el pueblo, organizaciones civiles y partidos políticos, se unan en una protesta nacional contra la corrupción y la impunidad de agentes del Estado.
Nosotros los creyentes en Jesucristo, seguimos su llamado a ser bienaventurados cuando luchamos por un mundo justo y fraterno, queremos hoy hacer nuestras sus palabras, “felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mt 5,6); ser cristiano hoy, es tomar la bandera de la justicia, la verdad y equidad.
Salir a caminar en protesta, con los brazos abiertos, de manera pacífica, expresando nuestra postura de no aceptación de la corrupción, a la mentira institucionalizada y a la violencia que nos desangra; ese acto, es un deber ciudadano, es una responsabilidad ética, es un gesto profético cristiano. Estamos llamados, como dice el documento de la Iglesia de Aparecida, a ser “profetas de la vida” (# 271). Somos defensores y salvaguarda de toda la creación que salió del amor de Dios.
En estos momentos de desesperanza en Honduras, queremos sentir como nuestra la profecía de “un cielo nuevo y una tierra nueva”; al igual que la comunidad perseguida que escribió el libro del Apocalipsis, escuchar la voz del Señor que nos dice, “Mira la morada de Dios entre los hombres: habitará con ellos; ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos. Les secará las lágrimas de los ojos. Ya no habrá muerte, ni pena ni llanto ni dolor” (Ap 21,1-6).
Con esperanza y fe, con la bandera de la misericordia y solidaridad, caminamos como religiosas y religiosos con nuestro pueblo pobre. somos hermanos y hermanas, servidores y servidoras del reino de dios aquí en honduras.
Comisión de justicia, paz e integridad de la creación, confereh
Junio de 2015