Caminar
Verdad y justicia
Jóse Nelsón Durón V.
“Cuando la culpa es de todos, la culpa es de nadie”, escribió Concepción Arenal para referirse a la dificultad de achacar responsabilidades cuando la culpa ha sido colectiva, pero expresa muy bien la actitud que podría adoptarse cuando atribuimos responsabilidades indiscriminadamente a otros, sin reconocer las nuestras. Algo que merecería: “Quien se crea libre de pecado, que tire la primera piedra”. Enseñanza que nos dejó el Señor Jesucristo y que no necesita, como los que se desgajan ante los sucesos desprendidos de acusaciones, demandas y contra demandas desatadas en los últimos días, por causa de legítimas y necesarias exigencias del nuevo caminar al que aspira el pueblo y que le devolvería su dignidad y su derecho a una nueva vida, efectivamente mejor. Pero antes de caer en el hoyo de la posible incomprensión de nuestras palabras, es el título de esta columna quien expresa nuestro verdadero parecer, deseo y demanda: que resplandezca la verdad y se haga justicia. Dos bases inconmovibles del bien común.
Por ello es que irrestrictamente apoyamos la denuncia, la justificada por pruebas irrefutables o la que no las necesita, como cuando comparamos la injusticia, pobreza y necesidades de algunos con las riquezas injustificadas, el poder y el abuso de otros.
Sin embargo, la justicia es una vía de dos carriles y debe prevalecer para los acusados, comúnmente víctimas de la especulación, el odio y la revancha, como por parte de los acusadores, que no miden las consecuencias y son, a veces, utilizados por intereses negativos. Además, debe señalarse con justicia en la dirección apropiada. No hay duda que el señor Presidente ha abierto grifos impensables en Honduras que ninguna mano valiente había osado siquiera tocar, y, de alguna manera, le debe ser reconocido; especular sobre los resultados puede orientarnos hacia la injusticia, que es la que combatimos. No hay duda que las aguas grises o negras salpicarán fuertemente y en muchas direcciones y es, precisamente allí, donde debe estar nuestra atención, para que brille con fuerza sobre el horizonte patrio el sol de la justicia y se deduzcan las responsabilidades comprobadas con toda la fuerza de la ley. No con la actitud revanchista de: “Fiat iustitia, pereatmundus”(Hágase justicia, aunque perezca el mundo), frase del emperador Fernando I, de Alemania; sino con la altitud propia del juez probo y ecuánime, que no rinde su conciencia sino ante la ley, el orden y el bien común, y con el porte de un pueblo que no sólo quiere disfrutar de la justicia, sino ejercerla. Sólo así construiremos el imperio de la justicia.
Estamos seguros que algo brotará de estas decisiones del gobierno y que debemos esperar, como rasga la tierra el toro a punto de saltar a la arena, prontos resultados que iluminen nuestra esperanza por el renacer de una patria para todos, donde la justicia sea el basamento de la paz, la honradez una de las cualidades mejor premiadas, porque es la antítesis de la injusticia social que causa la corrupción, y con el plante de un pueblo que conoce su historia y quiere ser forjador de su destino.
Browne afirmó: “Dentro de mí hay otro hombre que está contra mí”, reconociendoque la concienciapuede jugarnos “malas pasadas” en el interior, allá cuando las personas de bien deciden explorar su propio corazón. Esta frase sugiere también que los responsables tomen sus propias decisiones y, al pensar en el destino común a todos los hombres en el más allá, abran sus almas a Dios y contribuyan a hacer luz en medio de las tinieblas que nos circundan y que a ellos atormentan, encendiendo cerillos que dirijan el paso de la justicia hacia responsables ocultos. Al binomio Verdad y Justicia, el pueblo afectado debe agregar el perdón, en busca de su propia paz; no el del olvido de la pena en los casos comprobados; o donde la costumbre haya convertido el pecado en una gracia o el cargo en una oportunidad para robar o dañar; o en los casos en que la culpa es colectiva, sino el interior, para conseguir la serenidad necesaria para saber escoger a quienes encargará el destino del país en el futuro.
La pasión en el actuar y en el exigir supone claridad, determinación, justicia, rectitud, equidad, ecuanimidad, honradez, moralidad, neutralidad, probidad, razón, derecho y tantas otras virtudes y valores morales que debenpresidir la marcha de nuestro reencuentro como nación, el abrazo común de nuevos valores, el deseo y convicción de buscar nuevos caminos para llevar al pueblo más necesitado realmente a una vida mejor.