Diálogo “Fe y Razón”
¿Cristianos esquizoides?
Carlos E. Echeverría Coto
carlosecheverriac@gmail.com
Se denomina conducta esquizoide a la observada por quienes parecen tener, no una, sino dos (o más) personalidades. La esquizofrenia es, por cierto, un grave desorden psíquico. Por extensión, el adjetivo se emplea para calificar la doble moral, así como la falta de coherencia, de continuidad o de constancia en el actuar.
Así las cosas, un cristianismo esquizoide sería el de todos aquellos que, aún confesándose cristianos, no lo son a carta cabal, o no lo son a tiempo completo, o el de quienes actúan como cristianos sólo cuando les conviene o se sienten inspirados.
Entre las opciones fundamentales de una persona a lo largo de la vida, está su credo religioso (incluida la posibilidad de no tener ninguno). Nuestras opciones fundamentales (tener una religión; optar por una profesión u oficio; casarse o no; tener ésta, aquélla o ninguna ideología política, etc.), nos marcan para toda la vida. No podemos pretender ser personas maduras, y no tomar en serio nuestras opciones fundamentales. Se espera que el casado no juegue a soltero; que el profesional cumpla con los deberes propios de su profesión; que el militante político mantenga coherencia doctrinaria. ¿Por qué, entonces, habríamos de tratar nuestra vida religiosa de modo desobligado? Sin embargo, lo hacemos.
Algunos sólo practican un cristianismo de apariencia social: al niño hay que llevarlo a bautizar, está claro; se ve bien que los hijos hagan la primera comunión; si el colegios es católico, dejaremos que se le confirme; todos sabemos que uno se siente como mejor casado si lo hizo en la Iglesia; y es lógico que nos lleven al templo para tener un funeral “como Dios manda”. Aquí no hay vivencia eclesial, ni crecimiento espiritual.
Otros son los cristianos de domingo, incluyendo algunos muy puntuales a misa, y poco asiduos a los sacramentos. Pero de lunes a viernes poco se acuerdan de Dios, o de la Palabra o de la oración…, a menos, faltaría más, que nos encontremos en problemas de familia, enfermos, sin dinero o sin trabajo. Convertimos a Dios en compañero de infortunio, pero en la prosperidad pensamos poco o nada en Él.
También están los cristianos “light”, regidos por la ley del menor esfuerzo. Dependen sobre todo de sus gustos y tendencias, se dejan influenciar por lo último en materia de doctrina; aceptan unas cosas sí, otras no y otras tampoco. Lo que dice el magisterio de la Iglesia es considerado simple opinión, que no necesariamente se comparte.
Puede que ninguno de los anteriores sea su caso; a lo sumo podría estar atravesando alguna crisis, de ésas que nunca faltan en nuestras vidas. Aún así, a Ud., a mí, a todos, es necesario recordar que el cristianismo auténtico es un encuentro personal con el Señor Jesús, que no nos deja indiferentes, nos penetra y nos transforma, a tal punto, que llegamos al convencimiento de querer vivir conforme a los valores del Evangelio, permanentemente, decididamente, espontáneamente.
Ser cristiano es vivir las virtudes que vienen de Dios (teologales): la Fe, depositando la confianza en el Señor Jesús y en su Palabra; la Esperanza, pues nos sabemos peregrinos, en camino hacia la casa del Padre; el Amor, con el que vivimos unidos a Dios y a los hermanos, ayudando a construir una sociedad honrada y solidaria. Ser cristiano nos hace crecer espiritualmente cada día, porque hemos descubierto la misericordia que nos impulsa a ser, nosotros también, misericordiosos.