Semanario FIDES

EL DECANO DE LA PRENSA NACIONAL

Editorial del 24 de Mayo de 2015

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La exaltación de un hombre bueno
Ayer, ha sido un día especial para Centroamérica. La beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero ha sido un verdadero “kairós”, una auténtica manifestación de Dios. El Dios vivo se hizo presente, durante toda la ceremonia, en su Palabra, en sus Sacramentos y sobre todo en la unidad de la Iglesia de América Latina que ha estado muy bien representada, en el evento donde se hizo la exaltación de un hombre bueno.
Este Dios vivo, es bondadoso y misericordioso, y con amor infinito ha creado a la humanidad, para que todos sus miembros, vivanla  justicia y paz, en una relación amorosa y solidaria, para crear una sociedad de iguales. Este es el proyecto del Dios de Jesús, que es quien dirige la historia de los hombres.
Es el Dios, cuya presencia es tan necesaria percibir de manera tan cercana, como sucedió ayer, para que estos pueblos de América Central,golpeados por la pobreza y la exclusión, en la mayoría de su población,puedan avivar su fe y fortalecer su esperanza en un futuro mejor. Un mañana en el cual se pueda erradicar la idolatría del poder y del dinero.
Es preciso creer y confiar en que Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, puede hacer todas las cosas nuevas. De manera que esta sociedad signada actualmente por la violencia y la cultura de la muerte, por la corrupción y la impunidad, puede ser transformada. Con la fuerza vivificante del poder de Dios y la colaboración de los cristianos, guiados por el Espíritu Santo e inspirados en el testimonio de Monseñor Romero,
Se hace necesario que los creyentes tengan la capacidad de imitar las virtudes y actitudes del ahora Beato Romero: la entrega de su vida al servicio de Dios y los hermanos; su gran fidelidad a la Palabra de Dios; su amor a la Iglesia; su solidaridad con los más necesitados y su fuerte decisión de no tolerar las injusticias sociales.
Y todo esto, con una férrea voluntad iluminada por la Gracia del Espíritu Santo, que lo llevó hasta vencer su propio temperamento. Era un hombre más bien retraído, sencillo y callado. Y supo asumir una postura, valiente y decidida, de anuncio y denuncia de la vida política, social y económica de su país. Sin miedo, sin falsa prudencia, sin odios e iluminando la realidad con la Palabra de Dios.
Sus mensajes siempre fueron transparentes, sinceros, sin cálculo político. Inspirados en lo que él interpretaba que el Señor le pedía como pastor de esa grey. Un pueblo de Dios al que llegó a conocer a profundidad por sus continuas visitas a los distintos sitios que constituían su Arquidiócesis. Conoció y asumió las necesidades de las víctimas de la pobreza, a los que  siempre supo albergar en su corazón generoso.
Su prédica fue especialmente fuerte para denunciar la dureza de corazón de quienes han hecho un ídolo de la riqueza. Le espantaba sobremanera los sacrificios e iniquidades que tantas personas hacen impulsadas por el culto que rindenal dinero y al lujo. Expresó con toda claridad que se vive en una sociedad en que todo se comercializa, hasta la vida y la muerte. Y donde todo se vuelve lícito ante el poder del dinero.
El gran objetivo de su labor pastoral, era promover la conversión de  una sociedad llena de injusticias y de abusos del poder, señalando los caminos para crear una Nación más justa, organizada según el corazón de Dios.
Fue muy enfático al referirse a que la verdadera forma de estar en la presencia de Dios era preocuparsedel necesitado: el hambriento, el desnudo, el pobre, el torturado,  el que ha sido detenido injustamente. Enseñó que la actitud para con el pobre, es la medida de la presencia de Dios en la vida del cristiano.
Así entendió que la misión de la Iglesia implica un despertar espiritual en sus miembros, dando sentido cristiano a las acciones temporales que realiza. La Iglesia está llamada a promover un dinamismo espiritual en las organizaciones, la política, la industria, el comercio, la economía informal, para que todo sea humanizado por la fuerza del amor.
Finalmente, Monseñor Romero siguió cumpliendo con su labor evangelizadora aunque tenía la certeza de que estaba en la lista de quienes iban a ser asesinados. De ahí que optó conscientemente por la fidelidad a Dios y los hermanos, aunque ello lo condujera a perder la vida. ¡Pero la entregó por amor!
Esta Palabra del Señor Jesús se vivió ayer: ”Dichosos los que tienen hambre y sed de Justicia….ellos serán saciados”

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Esta entrada fue publicada el 27 mayo 2015 por en Editoriales.
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