Semanario FIDES

EL DECANO DE LA PRENSA NACIONAL

¿Pastores o arrieros?

Valdría la pena preguntarnos: ¿Cómo pastoreamos nuestras comunidades? ¿Somos pastores o arrieros? El Pastor va al frente y guía con amor a su comunidad.

Valdría la pena preguntarnos: ¿Cómo pastoreamos nuestras comunidades? ¿Somos pastores o arrieros? El Pastor va al frente y guía con amor a su comunidad.

¿Cómo pastoreamos nuestras comunidades? ¿Somos pastores o arrieros? El Pastor va  al frente y guía con amor a su comunidad hacia verdes pastos, el arriero va atrás y lleva un látigo para meter a las fieras en una jaula.Padre Gerardo Vallecillo
gealva2001@yahoo.com
Fotos archivo
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La mayoría de los animales tienen mecanismos de defensa, algunos tienen garras afiladas, otros grandes colmillos, y otros despiden sustancias tóxicas que les protegen. A diferencia de la mayoría de los animales, las ovejas no tienen ningún mecanismo de defensa. Es por esta razón que su único mecanismo de defensa consiste en estar unidas a su pastor que las protege. No obstante, es imposible que haya un pastor para cada oveja; es por esta razón que es necesario que las ovejas se encuentren unidas en un solo rebaño para que el pastor las pueda guiar y proteger.
La misión de la Iglesia es: “Dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hacia el misterio de Cristo (RM #4). Este misterio de Cristo se vive y desarrolla dentro de una comunidad, el Documento de Aparecida nos dice que la Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción y atrae cuando vive en comunión (DA 159). Sabemos bien que en nuestras Iglesia tenemos ovejas vigorosas y fuertes, pero también existen ovejas débiles, famélicas, heridas por los tortuosos caminos de la vida. Es por esta razón, que aquellos que ejercemos cargos de autoridad dentro de la comunidad debemos caracterizarnos por actitudes misericordiosas que puedan atraer a las ovejas y hacerlas sentir seguras.  El Papa Francisco nos ha pedido que nuestras parroquias y comunidades sean islas de misericordia en medio de un mar de indiferencia. En esta semana del Buen Pastor, valdría la pena preguntarnos: ¿Cómo pastoreamos nuestras comunidades? ¿Somos pastores o arrieros? El Pastor va al frente y guía con amor a su comunidad hacia verdes pastos, el arriero va atrás y lleva un látigo para meter a las fieras en una jaula. Muchas personas sufren en sus hogares, trabajos y llegan a la Iglesia con la necesidad de  experimentar una caricia de amor, un encuentro con un Dios misericordioso que sane sus heridas y les ayude a emprender su camino a la santidad. Nuestra tarea como guías es garantizar una “zona de comfort” donde nuestras ovejas puedan sentirse seguras y puedan valorar la alegría de vivir en comunión.
Cuando una oveja se pierde del rebaño y es encontrada de nuevo, generalmente viene sucia y herida e inmediatamente necesita un tratamiento especial. Muchas personas llegan a nuestra Iglesia con vestiduras limpias y con una piel sana pero con grandes heridas en el alma. Pidámosle a Dios que nosotros seamos un bálsamo que cure sus heridas y sane sus corazones.

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Esta entrada fue publicada el 5 mayo 2015 por en Arquidiócesis.
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