Mentalidad positiva
Ante la difícil situación socio-económica que sufre Honduras, se hace imperativa la participación de cada ciudadano, para contribuir a elevar la producción nacional y que exista una distribución más equitativa, evitando aumentar la concentración de la riqueza.
Es una grave situación, que ocasiona fuertes dificultades en los distintos campos de la vida nacional. Educación, Salud, la falta de cobertura de protección social para el 95% de la población, la carencia de puestos de trabajo para absorber a quienes ya tienen capacidad de trabajar; casi un millón de jóvenes, sin futuro, que ni estudian ni trabajan etc.
Es una situación adversa que se ha acumulado en los últimos años. Honduras es hoy, el segundo país más poblado de Centroamérica, sólo superado por Guatemala. Y el ritmo de crecimiento de la economía hondureña, aún antes de la crisis política del 2009 ha sido demasiado bajo, incapaz de generar los recursos para atender las necesidades más urgentes de la población.
La consecuencia ha sido el aumento de la deuda externa e interna, hasta el punto que Honduras cayó en el profundo déficit fiscal, que ahora constituye la principal preocupación del gobierno actual. Si no se hubiese recurrido a este endeudamiento, no se habrían podido enfrentar los gastos normales de funcionamiento de las distintas instituciones públicas y privadas, en los últimos años.
Y si a eso le agregamos, la negativa intervención en la economía hondureña de las operaciones de tráfico de drogas hacia el mercado norteamericano. Y el crecimiento de la drogadicción y el narcotráfico en la juventud hondureña. Así como las operaciones encubiertas de lavado del dinero, producto del crimen organizado, cuyos flujos millonarios, alteran el normal funcionamiento de la economía nacional, el panorama se torna más oscuro.
Es el dinero sucio, el generado por el crimen organizado el que ha sido empleado en la compra de armas de grueso calibre, pistolas de todo tipo y sofisticados equipos dedicados a comunicaciones para delinquir, sin ser detectados. Y todo esto ante la mirada pasiva de los quehan ejercido el poder;quienes jamás pudieron ver las avionetas que descendían en los potreros donde se improvisaban pistas de aterrizaje, en la mitad de la noche.
Ahora, para hacerle frente a ese ejército delincuencial, ha sido necesario crear nuevos impuestos (especialmente el Tazón), para que los Cuerpos Operadores de Justicia puedan ser equipados para enfrentar al Crimen Organizado. Una lucha de desgaste de fondos que ¡cuánto servirían! para aliviar la pobreza de tantas familias; para arreglar deterioradas aulas estudiantiles; para comprar las medicinas requeridas en los Hospitales Públicos. Etc.
Violencia criminal que ha desatado una hemorragia incontenible en la población, ante las pérdidas de valiosas vidas humanas que ocurren cada día. ¡Y que producen dolor y miedo!
Ese es el precio que hay que pagar por tratar de lograr eliminar el clima de violencia en que está sumida esta Nación. Clima de violencia caracterizado por: no darle ningún valor a la vida humana; no tener respeto alguno por la dignidad de toda persona; y estar obsesionados en la búsqueda absurda de intereses particulares, despreciando buscar el Bien Común.
Como se puede ver, es una situación compleja y difícil hacer que Honduras progrese, y que se pueda disminuir, en el corto plazo, la pobreza y la exclusión. Pero es posible, si todos los ciudadanos son capaces de desarrollar una mentalidad positiva que haga factible que cada uno, asuma el papel que le corresponde en la búsqueda de la paz, la solidaridad y la unidad entre todos los hondureños.
Es urgente desarrollar una mentalidad positiva que se traduzca en una aplicación de una subsidiaridad bien entendida. Que el gobierno central se concentre en las funciones que legalmente le corresponden. Que las autoridades municipales atiendan los asuntos de sus localidades. Que la sociedad civil como un espacio de vida social organizada, independiente del Estado, exprese sus ideas, opiniones y proyectos para prevenir la violencia criminal. Que los políticos, sean hombres y mujeres de cabeza fría y corazón ardiente; capaces de dialogar y consensuar las orientaciones correctas para la forja de una verdadera democracia, sustentada sobre un pueblo soberano, que anhela el Bien Común.
Claramente lo expresó el Señor Jesús: “Busquen primero el Reino de Dios y su Justicia….lo demás vendrá por añadidura”.