La celebración comenzó con una procesión que partió desde la Plaza de la Virgen de Suyapa hasta el Coliseo Nacional de Ingenieros.
En el segundo Domingo de Pascua, centenares de feligreses devotos de la Imagen de Jesús misericordioso se congregaron en el Nacional de Ingenieros “Coliseum”, para recibir sanación y dar gracias por los favores recibidos.Texto y fotos: Suyapa Banegas
sbanegas@unicah.edu
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El 30 de abril del año 2000, coincidiendo con la canonización de Santa Faustina, “Apóstol de la Divina Misericordia”, San Juan Pablo II instituyó oficialmente la Fiesta de la Divina Misericordia a celebrarse todos los años en esa misma fecha: domingo siguiente a la Pascua de Resurrección.
Es por ello que fieles devotos de la Divina Misericordia celebraron a lo grande esta gran fiesta. Desde tempranas horas se apostaron frente a la plaza de la Virgen de Suyapa y de allí peregrinar hasta el Coliseo Nacional de Ingenieros.
CAMINAR CON DEVOCIÓN
La imagen de la Divina Misericordia encabezaba la procesión, sus bellos listones de color rojo y azul pendían de los costados. La imagen era seguida por los fieles que quienes con su camándula en la mano llevaron las cuentas del Rosario dedicado a la Divina Misericordia.
La jornada estuvo impregnada de mucha enseñanza, y hubo momentos para el Sacramento de la Reconciliación.
Uno de los acontecimientos que más esperaban las personas sería cuando los presbíteros impartirían la Unción de los Enfermos.
MOMENTO ESPECIAL
Fue así que, uno a uno se acercaron con gran devoción mientras los sacerdotes ungían sus frentes y manos. Las lágrimas corrían por los rostros de las personas que clamaron a Dios por un milagro, ser sanados de algunas de sus dolencias y este era el momento adecuado para pedirlo. Luego, se acercaban las tres de la tarde hora de la Divina Misericordia, es por ello que ante la presencia de los fieles el Padre Pablo Hernández, hizo una pequeña procesión con el Santísimo Sacramento para después exponerlo y frente a Jesús Sacramentado rezar la Coronilla a la Divina Misericordia.
El “plato fuerte” de la jornada lo constituyó la celebración de la Eucaristía.
En la Eucaristía el Padre Pablo Hernández, expresó:
• Haciendo referencia al Evangelio de ese día, él dijo: “ Aquí podrían haber muchos Tomases y Tomasas, porque a veces tampoco nosotros creemos toda la verdad y a veces pedimos que nos demuestre esa verdad, a veces queremos palparla, queremos comprobarla, a veces queremos experimentarla igual que Tomás”.
• “ Seguramente también el Señor Jesús nos ha dicho a nosotros ey! Ven acerca tu dedo mete tu mano en mi costado, no sigas dudando sino que cree”.
• “Ahora bien hermanos, la fe es una gracia que viene de Dios, pero también la fe es un acto humano, Dios concede la gracia que es una virtud sobrenatural para que nosotros podamos creer en Él y en las cosas que Él ha creado, pero también se necesita un poco de nuestra inteligencia, la primera consecuencia de la fe es la confianza en Dios, por eso es que Jesús a sor Faustina, le dijo que escribiera al pie de su pintura y ¿ Qué fue lo que le dijo que escribiera?, que nosotros consideramos como la firma de Jesús en esa pintura es la única imagen que Jesús ha dictado como Él quiere que sea y está firmada con una frase que dice “ Jesús, en ti confío”, eso quiere decir hermanos que nuestra fe, si tenemos fe, la primera consecuencia de nuestra fe es la confianza en Dios…”
Con el canto final se daba por terminada esta jornada tan especial. La alegría era evidente en el rostro de los asistentes como la señora Dilma Williams “ He vivido esta jornada feliz alegrísima, llena de amor y de misericordia, tengo tanto que agradecerle a la Divina Misericordia a quien le he encomendado que cuide de mis hijos”.