Semanario FIDES

EL DECANO DE LA PRENSA NACIONAL

Editorial del Domingo 29 de Marzo de 2015

P4ramos

La cruz: el signo del más grande amor
¡Semana Santa! Es el espacio de tiempo dedicado para celebrar la muerte en cruz y la gloriosa resurrección del Hijo de Dios, quien asumió la naturaleza humana para poder redimirla, librando del pecado y de la muerte a quienes creen en Él.
Hoy, se inicia la Semana Santa recordando la entrada triunfal de Cristo en la ciudad de Jerusalén, el domingo que antecede a su muerte y resurrección. Él se presenta humilde y manso, montado en un borrico; No llega a Jerusalén en busca de un trono dorado, sino que va a entregarse;para ser vilmente clavado en una cruz de madera, para que toda persona pueda participar de la vida divina y ser feliz por toda la eternidad.
La liturgia de este domingo, al bendecir los ramos,expresa que el pueblo cristiano se sitúe en la postura de honrar de todo corazónla obra de salvación, resultante de la misericordia de Dios. Esta conformidad y veneración de la pasión de Cristo, es la que proporciona al cristiano su total victoria sobre el pecado.
Este Domingo de Ramos, para quienes viven para la búsqueda del placer y la diversión, sin ningún interés en el crecimiento de su vida espiritual, es el inicio de una semana de activa disolución moral. Toda una semana de holganza. Y los anuncios comerciales están orientados hacia un desenfrenado consumo de alcohol, baile, comilonas, sexo,  playa y sol.
Pero para los que se han preparado espiritualmente durante la Cuaresma, y quieren vivir a plenitud la liturgia de la Semana Santa, los momentos culminantes de las celebraciones se realizan durante el Triduo Pascual. El Triduo Pascual es un tiempo de fuerte vivencia espiritual, cargado de ricas liturgias en las que se reviven los momentos cimeros del amor del Señor Jesús, quien en amorosa obediencia a su Padre, realiza la obra de la salvación.
El Triduo Pascual comprende las celebraciones que se realizan el Jueves Santo, el Viernes Santo culminando con la Vigilia Pascual, el sábado por la noche; con la alegría de todos los fieles por la resurrección de Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte.
El Misterio Pascual (la muerte y resurrección del Señor Jesús), es centro y cúspide de la historia de la salvación. Su memorial se inicia con la misa vespertina del Jueves Santo, cuando se hace la celebración de la Cena del Señor.
En la Cena del Señor se reviven los misterios que se destacan en esta Misa como ser: a) la institución de  la Sagrada Eucaristía y del Orden Sacerdotal y b) el mandato del Señor sobre la caridad fraterna que se expresa en la réplica del lavatorio de los pies que el Señor Jesús hizo a sus discípulos, para destacar la necesidad de servir siempre con humildad y amor.
Termina la Cena del Señor con la Exposición del Santísimo Sacramento en el Monumento construido ex profeso, donde queda reservado hasta el día siguiente y está disponible para la adoración de los fieles hasta la medianoche.
El Viernes Santo se medita la Pasión del Señor. No se celebra la Eucaristía. Pero se realizan las procesiones del Vía Crucis por la mañana y el Santo Entierro por la tarde. A las tres de la tarde se celebra, en el templo, la Pasión del Señor, que comprende: a) la Liturgia de la Palabra donde se lee la Pasión del Señor a la luz de las profecías y del Evangelio de San Juan b) La Adoración de la Cruz, como el signo más grande del amor de Dios por cada uno de nosotros y c) se reparte la Comunión con el pan vivo consagrado en la Cena del Señor, el día anterior.
El sábado, comenzada la noche se celebra en esta Vigilia Pascual, el misterio de Cristo, crucificado y resucitado. Se compone de las siguientes etapas. a) Liturgia de la Luz que inicia en la entrada del templo b) Liturgia de la Palabra, en que se narra la presencia de Dios desde la Creación hasta la Resurrección de Cristo c) Liturgia Bautismal que marca el nacimiento de nuevos hijos para la Iglesia, quienes se bautizan en esta misma  liturgia y
d) Liturgia Eucarística en que se invita a todos a participar de la mesa del Señor.
Ante la inmensa misericordia y generosidad del Dios que nos salva, y que guía nuestras vidas con su providencia, sólo cabe el agradecimiento a su amor y bondad. Para ello se requiere una participación activa y consciente, en comunión con los hermanos, en la vivencia litúrgica de la Semana Santa. Motivados siempre por el amor a Dios y al prójimo.
Que nos guíen las Palabras del Señor Jesús: “El que no toma su cruz y me sigue detrás….no es digno de Mí”.

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Esta entrada fue publicada el 27 marzo 2015 por en Editoriales.
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