Monseñor Lenihan pidió perdón por el descuido y falta de acompañamiento pastoral en que han vivido los hermanos y hermanas de los Cayos Cochinos. Expresó su deseo de que tanto Chachahuate como los otros cayos, “sean comunidades florecientes, que constituyan una Iglesia grande comprometida, una comunidad viva”.Fotos y texto Dania Velázquez Cano MCM
Diócesis de La Ceiba
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Con espíritu misionero y encomienda evangelizadora, Monseñor Miguel Lenihan OFM, junto a la Pastoral Garífuna y Radio San Isidro, navegó hacia los Cayos Cochinos, con el deseo de conocer a la feligresía que ahí habita. El cayo Chachahuate fue el lugar designado, la escuelita el espacio de acogida, y el maestro José Francisco Velásquez, Delegado de la Palabra, el contacto permanente para que esta primera visita pastoral fuese posible.
Desde las seis de la mañana se alistó el equipo que acompañamos al Obispo de La Ceiba, formado por seis integrantes de la Pastoral Garífuna y cuatro personas del staff de radio San Isidro. Zarpamos alrededor de las 7:20 horas de la comunidad de Sambo Creek, en una pequeña balsa para doce personas.
Después de una agitada travesía que fue amenizada por los tambores garífunas, que reflejaban la alegría de quienes “traen buenas nuevas” y mitigaron el hecho de llegar empapados por el mar picado, se hizo una parada obligatoria de reporte en la Fundación de los Cayos Cochinos, haciendo el pago respectivo y recibiendo la orientación debida, proseguimos nuestro viaje, al que se sumó el director de conservación Marcio Aronne.
Así fue como doce personas llegamos al cayo Chachahuate, en donde la comunidad ya estaba lista, y con un recibimiento, sencillo y franco. Mientras se disponía todo para la celebración eucarística y su transmisión radial, una lancha llena de pequeños estudiantes, que traía el profesor Francisco Velásquez de la comunidad garífuna East End, llegaron para participar de este encuentro.
Una celebración garífuna en pleno, con la participación de 60 personas aproximadamente, “contando mujeres y niños”; fue lo que el monseñor Lenihan se grabó en el corazón. Tanto en la bienvenida, como en la homilía, monseñor compartía su alegría y emoción por ser la primera vez que se presentaba en estas comunidades “humildes y bellas, “lugar de Dios”.
Reconoció y pidió perdón por el descuido y falta de acompañamiento a estos hermanos y hermanas y, al mismo tiempo, se comprometió con regresar y dar seguimiento como Diócesis. Expresó su deseo de que tanto Chachahuate como los otros cayos, “sean comunidades florecientes, que constituyan una Iglesia grande comprometida, con catequistas y delegados preparados, con católicos comprometidos; una comunidad viva”.
Les invitó a seguir la Eucaristía a través de la Radio San Isidro, que tiene buena recepción y que bien cumple la misión de evangelizar, acercando la celebración eucarística a quienes no tienen acceso a ella, como en este caso, y que ellos pueden aprovechar.
Enseguida llamó a todas las mamás con sus pequeños bebés a acercarse para presentarlos a la comunidad católica y bendecirlos, le siguieron los niños y niñas presentes, a quienes también bendijo y felicitó por su participación tan educada.
La comunidad, también expresó, al final de la celebración su alegría por la presencia de su obispo, agradeciendo el compromiso de acompañar el crecimiento de la comunidad en la fe. Durante la Eucaristía los tambores, sonajas y cantos garífunas hicieron una conmemoración de la entrega de Jesús viva y alegre, en la que ofrecieron los frutos de sus trabajos.
Al regreso la comisión acompañante como su obispo compartían el buen sabor de boca que este encuentro dejó, sobre todo por el compromiso adquirido del camino que se abre en misión. El pronto regreso se vio obligado por las mareas; y, así como llegamos a los cayos, llegamos a Sambo Creek: empapados. Un baño de agua salada constante durante el regreso y al arribar a tierra firme le dio un final cómico, alegre a esta encomienda. “¡Qué hermosos son sobre el mar los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo, del que anuncia la salvación!” (Is 52,7)