Imagen de estos hondureños, del occidente del país en paseo por los predios del Santuario de Suyapa.
La nobleza y la humildad de los peregrinos de Intibucá brilló en los alrededores del Santuario.
Texto y fotos Delfina Janeth Lagos
dlagos@unicah.edu
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Salieron de sus aldeas, caseríos y poblados rumbo a Tegucigalpa, su objetivo fue rendirle honores a la Virgen, y como ellos son muchos los compatriotas que apartan un momento de sus vidas y deciden visitar la capital de Honduras,para llegar hasta la casa de la Morenita.
Fueron los peregrinos del Departamento de Intibucá, quienes hicieron la mayoría entre los visitantes, así lo resaltaron algunos organizadores de esta festividad de fe y devoción. Es primer año que vienen tantos habitantes de ese departamento.
Es así que muchos peregrinos intibucanos se acercaron a honrar a la Madre, estos compatriotas se distinguen por su vestuario. Las damas usan un multicolor pañuelo en sus cabezas, portan sus hijos entrelazados a su cuerpo. Los varones lucen su sombrero y sus mochilas hechas de tela de bramante.
María Gonzáles,con su vestido de color rosado muy llamativo y con su pequeño en brazos, y su hija a la cual ella cataloga “de milagro de la Virgen”, cuenta su testimonio del porqué tiene que darle gracia a la “Madrecita” como ella le llama, a la Patrona de Honduras.
“ME DEVOLVIO A MI HIJA”
“La historia comienza hace tres años cuando mi pequeña tenía nueve años, una tarde resulta que empezó con escalofríos, yo pensé que por el frío ya que mi comunidad es súper helada, en ese momento no puse mucho cuidado, pero al pasar las horas mi hija no dejaba de tiritar.
“Cuando vengo del campo miro que ella seguía aún así, ahí si me preocupé y tuve que empezar mi camino rumbo a la capital del país, ya que los pocos médicos de los lugares cercanos al departamento me decían váyase para Tegucigalpa. Muy preocupada decido venirme con mi hija en brazos”.
La voz se le entrecorta al proseguir el relato por recordar esa parte de su vida, varias veces el llanto del pequeño que llevaba en brazo interrumpía el relato, pero continuaba.
Cuenta que en el instante que venía rumbo al Hospital Escuela Universitario, su actitud fue rezar el Santo Rosario, “no lo solté en ningún minuto, la Madre me trajo en su carro privado desde mi pueblo, porque no supe ni como llegue al Hospital”
Al llegar los médicos me dijeron, “su hija viene casi muerta y le hicieron los primeros exámenes. Venía con parálisis cerebral, yo no entendía lo que los doctores me explicaban, yo lo único que sabía era que mi Madrecita bella me regresaría a mi hija”
“Los días pasaron y pasaron y en ese contar estuve 90 días en el hospital sin dinero y con unos cuantos vestidos. Mi retoño no reaccionaba, pero la Madre del cielo entrega la vida por sus hijos y lo comprobé, mi pequeña regresó a mi lado. Nadie me daba la garantía que la volvería a tener en mi casa ni los médicos, pero yo confié plenamente en la Virgen de Suyapa, y aquí está mi criatura, ya hace tres años de ese episodio muy doloroso, pero aquí estamos y es lo importante”.