Inauguran y bendicen el nuevo edificio del hogar Buen Samaritano, donde serán beneficiados más de 50 menores de edad que viven con discapacidades físicas y psíquicas.
Fotos y texto:
Johanna Kattan
jokattan@unicah.edu
El hogar de Jesús Buen Samaritano ha crecido. Ahora cuenta con nuevo edificio que al igual que el anterior, será llenado de mucho amor por las Hermanas de Jesús Buen Samaritano y por los niños, niñas y jóvenes que han crecido junto a ellas.
Su nuevo edificio, que lleva el nombre de Sagrada Familia, fue ha sido inaugurado y bendecido por el obispo de la Diócesis de San Pedro Sula, Ángel Garachana, justo en el día dedicado a la Sagrada Familia.
“En el día de la Sagrada Familia inauguramos el nuevo edificio llamado Sagrada Familia y reestructuramos un poco la organización de este hogar Buen Samaritano, con el recuerdo vivo de que las actitudes de la sagrada familia de Nazareth sean las actitudes que se vivan también acá”, expresó Monseñor Garachana.
OBRA DE AMOR
La primera obra de las Hermanas de Jesús Buen Samaritano fue llamado Hogar Nazareth, pero más conocido como Hogar Buen Samaritano. En ese primer edificio quedarán con un amplio espacio todos los jóvenes mayores de 15 años.
En el nuevo edificio, Sagrada Familia, estarán las niñas, las jovencitas, y los menores de 15 años, en el segundo piso tendrán su espacio las religiosas, novicias y aspirantes a la congregación de Hermanas de Jesús Buen Samaritano.
“Me siento agradecida con el Señor, contenta y alegre, agradecida también con las personas que han colaborado para que esta obra se haga realidad”, expresó la madre superiora, sor Carmen Buezo, quien junto a las demás hermanas viven su carisma de “servicio a los pobres más pobres”.
NUEVAS INSTALACIONES
La construcción de la nuevas instalaciones beneficiará a todos los que viven y son atendidos, aproximadamente 58 niñas, niños y jóvenes que nacieron con trastornos neurológicos, y que muchos fueron abandonados por sus padres desde eran unos bebés. Y ahora crecen con fe y amor en esta obra fundada desde el 28 de octubre 1988.
“Desde hace varios años se tiene el hogar Buen Samaritano, donde los niños son acogidos, como si las hermanas fueran sus verdaderas madres, y que aunque no sean una familia de sangre es una familia que pone en el centro de todo a Cristo”, expresó el obispo.
En la misa de bendición resaltó el servicio de las religiosas de esta congregación, “los cuidan, los limpian, los aman, los protegen, y tratan a cada uno como hijo, por eso las Hermanas de Jesús Buen Samaritano ayudan y acompañan a estos niños”.
“Dios los quiere a todos, pero su preferencia se va a los pequeños, a los más pobres, a los indefensos, a los que más lo necesita, lo que el Papa Francisco habla de los desechables, los que la sociedad olvida. A estos es quienes Dios más quiere, y nos dice que la forma de que ustedes dicen que creen en mí, es que tenga un amor semejante al que yo tengo; porque no me digan Señor te queremos y luego no quieren a los más pobres”, señaló el obispo.
ALEGRÍA
Noemí de Aguilar, una fiel colaboradora desde comienzos de la obra, mostró alegría por completarse este sueño. Para doña Noemí, es como su familia este hogar donde se ha entregado por completo, liderando el comité de ayudas, integrado por varias familias hondureñas y extranjeras, también instituciones que sin darse fama colaboran económicamente y con atenciones.
El moderno edificio de dos pisos, cuenta con una clínica, baños especiales para dar una adecuada atención que padecen alguna limitación física, también está la sala cuna, habitaciones generales e individuales para las jovencitas.
Se espera con este nuevo edificio, mejorar la calidad de vida de acuerdo a su dignidad y crecimiento de estos pequeños. También servirá para colaborar con la Pastoral Diocesana de la Salud, Cáritas y las asociaciones de padres o personas con discapacidad para que la sociedad sampedrana asuma su responsabilidad en la defensa de la dignidad de cada persona y en el cuidado y atención de las mismas.
A la vez, será para facilitar la formación de voluntarios que colaboren en las tareas de cuidado y acompañamiento de las personas atendidas por la Obra de Jesús Buen Samaritano.
AGRADECIDO
“Estoy contento por esta nueva obra. Gracias a todos por ayudarnos en esta obra tan bonita, a todos los que nos colaboran”, expresó Josué, un joven de 24 años, quien llegó a este hogar siendo un bebé. “Yo los invito a que nos vengan a visitar, me gusta platicar de todo, de equipos de futbol, especialmente del Marathón”, agregó.
Josué se distingue por su alegría, y comenta que “nunca puedo estar enojado, Dios me dice, tú no puedes estar enojando porque yo estoy dentro de ti”, es el mensaje de un jovencito que sin poder caminar manifiesta la alegría por vivir y es muestra real del amor de Dios. “Estén alegres, porque el amor es así”.
HISTORIA
Monseñor Jaime Brufau, acogió y dio su decidido apoyo a lo que en aquel momento se llamó Ciudad Blanca. Desde las instalaciones primeras en Rio Piedras se pasó a los pabellones nuevos de Villa Florencia. Del grupo inicial de voluntarias plenamente dedicadas a la atención de los niños brotó un proyecto de congregación religiosa que se va realizando como asociación pública de fieles consagradas, aprobada diocesanamente por Monseñor Ángel Garachana como Hermanas de Jesús Buen Samaritano.
La Obra de Jesús Buen Samaritano
¿Qué es?
Se trata de un hogar de acogida y cuidado de niñas, niños y jóvenes con discapacidades físicas o psíquicas, huérfanos o abandonados.
En el hogar, situado en la Colonia Villa Florencia, 19 calle, 10 y 11 avenida de San Pedro Sula, residen en la actualidad 70 niños y jóvenes atendido por religiosas de la congregación Hermanas de Jesús Buen Samaritano con las que colaboran un grupo de aspirantes, postulantes y novicias. Además un equipo de médicos, enfermeras, psicólogos, sacerdotes, educadores, economistas y terapeutas realiza una tarea sistemática de apoyo.
PRÓXIMA OBRA
Terminar la construcción de un asilo para acoger 25 ancianas pobres o con alguna discapacidad, para ofrecerles la posibilidad de envejecer con dignidad.