Por Eddy Romero
@eddymromero
En el trabajo pastoral bien se conoce el dicho “unos son los que siembran y otros los cosecharán” pero hoy, Sor Huguette Tremblay, religiosa de la Congregación de las Hermanas del Santo Rosario pudo observar los frutos de aquella siembra realizada en 1974 en la parroquia San Juan Bautista.
Con una sonrisa a la cual no le pasan los años, su voz dulce que evoca ternura y un espíritu joven que se renueva con los años, Sor Huguette, dejó huellas imborrables en aquellos muchachos que buscaban deseosos al Señor.
Su labor apostólica fue un pilar fundamental en los diferentes movimientos que en ese momento se empezaban a organizar, la Pastoral Juvenil de aquella parroquia fue una de las principales causas en la que Dios la puso a trabajar.
Volver a encontrar a aquellos jóvenes, que hoy han crecido y madurado en su fe y en sus años, es para Sor Huguette “como tocar la bondad de Dios que me permite volver a ver a mis hijos espirituales”.
Uno de aquellos chicos a los cuales conoció y ayudo la religiosa misionera, es Monseñor Darwin Andino, quien actualmente es Obispo de la Diócesis de Santa Rosa de Copán.
“Es una gran emoción porque desde 1981 que fue la fecha en que me fui, no lo he vuelto a ver, no sé si lo voy a reconocer, pero ver que uno de los jóvenes de la parroquia haya sido escogido para el Señor, como sacerdote y después como Obispo es una alegría para mí, es como la mama que mira crecer a sus hijos”.
Historia
Sor Huguette llega a Honduras en 1973, teniendo primero que ir a estudiar castellano a Guatemala porque no dominaba el idioma. Posteriormente trabajo en la escuela para ciegos, “llegue a la Kennedy en 1974, fui a trabajar con jóvenes y con adultos, con la palabra de Dios y encontré una buena tierra, una tierra muy fértil”.
Siendo religiosa, obediente a la voz de Dios a través de sus superioras, fue enviada a trabajar a Choluteca. Allí realizó su acompañamiento con la Pastoral Juvenil Diocesana con la cual estuvo cinco años.
“Después el señor me escogió para el Perú, estuve 22 años en esta misión hasta el año 2013 en donde hemos cerrado la misión por falta de personal y por la edad, ya que no tenemos la misma salud de antes”.
Sor Huguette tiene una nueva misión, en la casa “madre” de las religiosas del Santo Rosario en Canadá. Está asignada con sus hermanas mayores, “tengo a mi cuidado una de 104 años, otra de 100 años, muchas de 90, me toca ser la presencia de Dios en medio de ellas”.
Desde septiembre del año pasado, bajo su gestión, 14 religiosas han partido a la casa del Señor, “me toca acompañarlas en sus últimos momentos, ver el cambio de rostro en el encuentro definitivo con el Señor, se ponen tan lindas, uno que no cree que después de la muerte hay algo, tendría que ver el rostro de nuestras hermanas, de la gente que esta con Dios cuando mueren”.
Recuerdos
Sor Huguette, llamada “madre, hermana y amiga”, recibió un homenaje en vida por su larga trayectoria, estaban presentes muchos de aquellos “jóvenes” a los que ella acompaño. Confiesa que en aquellos días “Lo que más me marco fueron los retiros de tres días con los jóvenes, en aquel tiempo no teníamos casa de retiro, Monseñor Santos nos prestaba una casa que él tenía, pero no había cuarto, dormíamos en el suelo, las mujeres por un lado, los varones en el otro y las hermanas del grupo de oración venían a hacer la comida, comíamos de lo que había, yo creo que tenían multiplicación de tortillas y frijoles porque nunca nos faltó nada, el sábado por la noche exponíamos al Santísimo, orábamos con el Santísimo, eso es lo más precioso”.